Silencios de Papel presenta hoy un cuento inédito
del narrador, ensayista, poeta,
tallerista literario, antologo, traductor jurdíco, ilustrador,
luchador de los derechos civiles de todos y todas,
en especial de la comunidad LGBTT...
David Caleb Acevedo
Punk
—¿Está
todo listo? —pregunta Anthony Silas, el vocalista de la banda Zombie Misfits.
—La
seguridad ya está montada, —contesta Albert Franco, jefe de seguridad de la
banda. —Los Rabanes ya tocaron. Entramos en cinco.
Las
luces se encienden, sin embargo, y Albert se esconde tras el escenario para
maldecir por la radio.
—¡Cabrones!
¿No saben usar un cabrón reloj, coño? ¡Cinco minutos son cinco minutos, carajo!
Pero
Anthony Silas es un profesional y cuando bombea la adrenalina, salta con su
guitarra al escenario mientras Fred “Garrapata” Sterns le somete a la batería.
Comienzan con su sencillo de otoño de 1989 “Crossroad Blues” para grandes
aplausos de los miles de presentes.
Went
to Nam on shroom
car,
bride and whores
Sarge
Bastard stopped us
sent
us back to America in shame
we
were never soldiers
we
were never soldiers
our war lied somewhere else
A mitad
de canción, Anthony Silas se tira su solo de guitarra eléctrica, y la
muchedumbre enloquece. Digan ahora,
cabrones, piensa Albert. Playback, el culo mío.
Ya en la
segunda canción, Garrapata deja el bajo y empieza a hacer monerías por el
escenario. Se quita los pantalones, los lanza a la multitud y se queda en
calzoncillos blancos. Corre en sus manos de lado a lado, mientras Silas entona
“America is so Fucked Up,” canción cuyo vídeo causó gran controversia por ser
el primero en MTV en el que se ve a dos hombres besándose en la boca. Cuando
canta la última nota, Silas y Garrapata se grajean en el escenario y se apagan
las luces. La multitud se va en frenesí.
Zombie Misfits
toca cuatro canciones corridas que los llevaron a sobrevivir los noventa: “Our
Faith is Your Death,” “Mother Bitch” (dedicada públicamente a Margaret
Thatcher, razón por la cual se les prohibió la entrada al Reino Unido hasta el
‘96), “Piss on Me” (con una de las
líneas más icónicas de la Generación X: “I
found you in my bed that morning, you were hot, you were juicy, I touched your
pussy, and you pissed on me, so piss me on, baby, forevermore”) y “A Song
for Sara” (una balada que el cantante le escribió a su fenecida madre, en la
que le agradece por haberlo sacado del mundo de las drogas y por haberle dado
lo mejor que pudo antes de morir de cáncer de mamas). Albert, aún pendiente de la seguridad, tararea las canciones.
Después de todo, para trabajar con una banda desde sus inicios se requiere fe.
Las luces se
apagan y la multitud exclama Zombie
Misfits! Zombie Misfits! Anthony Silas se le acerca a Albert.
—¿Tienes las
coquillas?
—Aquí están.
Albert les
estrega las cuatro copas de pelotero atadas de un hilo transparente. Los cuatro
integrantes de la banda se desnudan y se ponen solo aquello. Albert observa sin
indicios obvios de interés.
—Gracias. Buen
trabajo, amigo.
Las luces
encienden y la banda recibe al público con una explosiva rendición de “Hell on
Earth”, seguida de los éxitos más recientes: “Snow Falling on California,” “The
Bitch is Dead” (canción en la que piden la muerte de Margaret Thatcher, y razón
por la cual les fue prohibida la entrada a Reino Unido desde 1998 a 2003),
“Underwater” (con la que se ganaron su primer Grammy), “Pussy Rave” (dedicada a
Madonna) y “The Queen” (un homenaje a Freddy Mercury que le arrancó las
lágrimas hasta al más bravo). Terminaron el concierto con “Time to Depart,”
pero el público comenzó a gritar “olé, oleé olé olé, olé, olé!” y tuvieron que
regresar para tocar cuatro canciones más: “October is Long Gone, Baby” (balada
que estuvo #1 en la lista de Billboard durante un año completo), “King of the
Forest” (canción contra la explotación de los orangutanes en el Congo), “Horn
in your Ass, Mutherfucker!” (contra los cazadores de rinocerontes [aquí
Garrapata se puso un cuerno en la frente y empezó a correr por todo el
escenario hasta que se le cayó la coquilla y se quedó en pelotas… la
muchedumbre gritó en puro frenesí violento]) y “Your Heart is my Star”
(perfecta forma de cerrar: una movidita punka pero con tonito esperanzador). Los
miles que se reunieron en el Coliseo Derek Mathis quedaron complacidos.
Albert conduce
a los integrantes al camerino.
—Tengo drogas
y par de putas, —dice.
—Buen trabajo,
amigo, —contesta el cantante. —¿Vienes con nosotros?
—¡Claro!
Llegan hasta
la puerta que tiene el 21 encerrado en una estrella amarilla. Adentro ya hay
cinco tipas con las tetas al aire, una bandeja con líneas blancas y par de
pastillas. Las latas de cerveza hacen acto de presencia frente al espejo
central.
—¡Tetas!
¡Tetas everywhere! —grita Garrapata emocionado mientras se lleva a la más gorda
al baño. Se escuchan risitas y besuqueos, seguidos de gemidos y cantazos contra
la puerta.
—Albert, vente
para acá.
Anthony deja
que una de las tipas le quite la coquilla y le chupe la punta rosada y erecta.
Albert se quita la ropa. Anthony le instruye a una de las putas que se encargue
de su amigo, y juntos los cuatro se dan par de líneas.
A los cinco
minutos, se están clavando a las tipas en cuatro en el sofá. Algo en el
movimiento del mueble hace que los cuerpos se acerquen, o a lo mejor se acercan
cuando Anthony trepa ambas piernas para “sentarse” sobre el culo de Puta #1.
Cuando se baja, su pierna roza con la de Albert, que siente un corrientazo.
—Vamos a
cambiar.
Ahora Albert
se clava a Puta #1, mientras Anthony hace lo propio con Puta #2. Están así por
veinte minutos, pero la tipa de Albert se cansa.
—Ven. Yo le
doy por la chocha mientras tú le comes el culo.
Anthony se
acuesta sobre su espalda, la tipa se sienta en su erección y el cantante abre
sus nalgas con sus manos para que el guardia de seguridad entre. La tipa grita,
maldice, ríe y gime. En un momento determinado, se saca la pinga de Albert y se
la mete en la chocha, junto con la de Anthony. Ambos machos gritan. Dos jueyes
machos en una caverna húmeda. Comienzan a embestir con furia, espadeándose
contra las paredes vaginales, las bolas rozando unas contra otras, los troncos
se soban, se frotan lubricados por la crica de la tipa y sus propios líquidos
preseminales.
De pronto,
Anthony hace un movimiento y sus piernas de nuevo rozan las de Alberto. El
segundo corrientazo no se hace esperar y esta vez, le llega al culo y luego a
la punta del bicho. Albert grita “¡Me vengo! ¡Me vengo!”, la tipa se acuclilla,
Anthony se pone de pie, y ambos eyaculan en el benigno rostro de tan amorosa
puta. En la eyaculación, sin embargo, hay fuego cruzado. La tipa se incorpora,
se mira en el espejo y se descubre a sí misma bajo las capas de semen en la
frente, los ojos, la nariz y el mentón, mientras cada macho se limpia la leche
que le ha caído del otro.
Media hora y
par de líneas más tarde, todo el mundo ronca menos Albert, que se viste, le
acomoda la almohada a Anthony y cierra la puerta tras de sí. Al otro día la
banda toca en Memphis y desde ya necesita reservar las putas y la droga.
David Caleb Acevedo (San Juan, PR) Nace en 1980. Se cría en
Hartford, CT. Es un escritor y pintor puertorriqueño. Ha publicado en varias
revistas literarias, tales como Poui, The Caribbean Writer, Pastiche,
Tonguas, Contornos, L’Antesala, El sótano 00931, Ceiba,
Esencia y palabra, Boreales, Periódico Hojas Sueltas, Corpus
Literarum y La galla ciencia, así como en portales cibernéticos como
Letras Salvajes, En la Orilla.net, Cinosargo y Aurora
Boreal. Sus trabajos aparecen en las siguientes antologías: Cuentos de
oficio (editada por Mayra Santos-Febres), Nueva poesía hispanoamericana
(editada por Leo Zelada), EM: Edición mínima (editada por El sótano
00931 editores), Los rostros de la hidra (editada por Julio César Pol), Open
mic/Micrófono abierto (Hostos Review vol. 2), Los otros cuerpos:
antología de temática gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora
(coeditado por Luis Negrón, Moisés Agosto-Rosario y el mismo David Caleb
Acevedo), From Macho to Mariposa (editada por Charlie Vázquez y Charles
Rice-González), Ó: Antología del Colectivo Literario HomoerÓtica (Ángel
Antonio Ruiz-Laboy, Erizo Editorial), De pinga(zos) (Max Chárriez,
Editorial La Tuerca) y Palenque (Yolanda Arroyo-Pizarro, Boreales). Ha
publicado dos poemarios: Bestiario en nomenclatura binomial (Editorial
Aventis) y Empírea o la Saga de la Nueva ciudad (Erizo Editorial). Acaba
de publicar sus memorias de sexo Diario de una puta humilde (Erizo
Editorial), el poemario Hustler Rave XXX: Poetry of the Eternal Survivor
(Lethe Press), junto a Charlie Vázquez, y su novela el Oneronauta
(Boreales). Es el receptor del Premio Nacional de Cuento 2013 del Instituto de
Cultura Puertorriqueña, con su libro ðēsôngbərd. Acaba de publicar su tercer libro de cuentos Las formas del
diablo, y Felina: antología para gatos, junto a Cindy Jiménez-Vera,
ambos bajo el sello de Editorial La Tuerca. Recién publica su segunda novela Historias
para pasar el fin del mundo (Trabalis). Sus poemarios Pie forzado y Terrarium
están en proceso de publicación (Ediciones Aguadulce y Paracaídas Editores,
respectivamente).
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