miércoles, agosto 24, 2005

Carta de cumpleaños


Carta de cumpleaños

A mi hijo

Estás durmiendo tranquilo, y tu cara tierna de duende, burbujea energía en mi pecho y manos, un parto apalabrado se apodera de mi nocturnidad, el cuarto ambarino se llena de estrellas y te vuelvo a mirar. Sé que hoy te peleé en el carro, tan sólo porque no parabas de hablar y yo tenía dolor de cabeza, el estrés del trabajo, las presiones de otras personas y qué sé yo que otras necedades más del mundo adulto. Te grité que te calmaras y bajaste triste la cabeza, se te pasó rápido, la vida es una gran fiesta para ti, como debe ser.
Quisiera decirte tantas cosas, ser honesta y que descubras quién es tu mamá, aún así prefiero que vayas haciendo tu propia idea según vas creciendo a mi lado, aún cuando llegue el momento en que pases más tiempo con otras personas a quienes elijas, amigos, parejas, compañeros de estudio, de trabajo. Pensarás que soy una mamá divertida, regañona, cariñosa, seria, que te hacía historias de todo tipo, cuando íbamos en el carro por las mañanas a la escuela para que se te olvidara que tenías dolor de pipa. Al llegar a la guardería siempre me preguntabas quién te iba a buscar, y yo contaba en las tardes los minutos, para verte de nuevo, ver juntos una película de muñequitos y comer arroz con salchichas, jugar con los marcianitos de plásticos, y tú que eres Darth Vader, Spiderman, Batman, y hasta Clifford, y siempre me dices que yo soy la nena, aunque me fastidie el discrimen de roles y te digo que las nenas también somos las protagonistas, y te ríes.
Espero que algún día también te rías de quienes no creen en la igualdad. Sólo pretendo que luches por las cosas en las que creas. Recuerdo el día de las elecciones del 2004 cuando me acompañaste a votar a esa escuela cachendosa gringuita cerca de casa. Te portaste muy adulto, llevabas el bolsillo con tus clásicos marcianitos de plástico, me mirabas y sabías que hacíamos algo importante. Cuando terminamos, te paraste en la cancha interior entre las doñitas republicanas y los melones tapaítos, y bailaste moviendo tus nalguitas, Puerto Rico libre, Puerto Rico libre. Fue divertido.
Lo sé, no soy perfecta. Muchas veces me he sentido sin fuerzas, con deseos de mandar todo a la mierda, y sólo esconderme a llorar, porque me equivoco muchas veces, porque te he regañado en ocasiones sólo porque quiero escuchar mi silencio y tú juega que te juega llenas la casa de palabras ensortijadas; porque me he sentido miserable pensando en que no te he podido dar una familia con papá y mamá, porque a veces no tengo los chavos suficientes para darnos par de caprichos y quisiera saber que nunca te va a faltar nada, me desespero porque quisiera a la vez tener tiempo para mí, leer y escribir más, salir al cine, a un concierto o a bohemiar un rato con alguna amistad, vino e intimidad, y me siento egoísta, mi querido duende.
Ayer me dijiste más de diez veces mamá te quiero y me atacaste como una bestia besucona, babeándome la cara. Recordé cómo lloré como una tonta telenovelera, la primera vez que me lo dijiste. Estaba preparándote la bañerita, sudada y triste porque sabía que mi matrimonio con tu papá había terminado, mamá te quiero repetiste y nos bañamos juntos. Mi primer ataque lacrimógeno ocurrió cuando naciste y entre tu llanto felino, me agarraste la nariz reconociéndonos.
Soy honesta, acepto que nunca quise tener hijos, que sé que no es cierto que la misión de una mujer es ser madre, sino sencillamente ser mujer, como tú hombre. No, la maternidad no era una meta en mi vida. Sin embargo, me equivoqué el día del parto no fue mi primera revolución acuífera a cuenta tuya, sino aquel día que salieron las dos rayitas rojas en la prueba casera de embarazo, eran el nerviosismo que te lleva entre la cuerda floja de la alegría y el miedo. Pensé en todas las alternativas y consecuencias, causas y efectos en aquella etapa de mi vida y finalmente decidí contribuir a la explosión demográfica. Fuiste creciendo dentro de mí y yo dentro de mis sueños. Tus pataditas en mi barriga eran esos golpes de vida que te hacen dar cuenta en las maravillas de sentir la otredad parte de uno.
Te miro mientras duermes y reconozco la felicidad que hay en mi vida, y la habitación se llena de luz y mis manos de mil palabras, versos e historias por escribir. Viéndote crecer, aprendo que crecemos los dos, y tú me das el impulso a tomar nuevas riendas en esta misión terrenal. Como te dije, no soy perfecta, tuve tanto miedo cuando nos quedamos solos… Fui necia, y sentí que me moría en la soledad, traté de buscar compañía para salir adelante. Cuando llegue otra persona a compartir totalmente nuestro mundo, será cuando el tiempo sea el adecuado como debe ser. Ahora me doy cuenta de que tú y yo sí somos una enorme familia, estoy llena de ti y tú de mi, nos defendemos y cuidamos mutuamente, yo te protejo y te mimo, tú me das amor y me enseñas a luchar con tan sólo repetir de nuevo mamá te quiero. Soy todos los personajes de Star Wars y tú la princesa, me dijiste ayer,
Hoy tan sólo cumples cuatro años, y te sigo observando mientras duermes, como quizás tú mirarás a tu primer hijo, como me bañarás con tus ojos cuando sea viejita y más achacosa que ahora. Y volveré a llorar al verte convertido en hombre, que seas feliz y responsable con las decisiones que tomes en la vida, siempre te protegeré con ternura y firmeza. Feliz cumpleaños, mi duende. Guardaré esta carta en algún sitio especial para dártela en ese momento, luego de haberte dicho en el éter cuánto te amo.


Tu mamá
AMFL
20 de julio de 2005

5 comentarios:

nicolececilia dijo...

loca, me hiciste llorar... son las cosas que mami (mi mamá también fue mamá sola, "divorciada") no me dijo nunca

Sparhawk dijo...

¡Qué testamento tan precioso al amor de madre! Muy lindo, Ana María.

Edgardo Soto Torres dijo...

Anita, esas palabras me han conmovido, anegando mis ojos de líquida empatía. Desde mi otredad masculina tengo que decir que eres una madre maravillosa, y que tu peque és y será un niño privilegiado de tenerte. El Migue...el que ya canta canciones de Journey!

Anónimo dijo...

Querida hermana, muy bonito y honesto lo que cuentas. La verdad es que la vida marcha muy rapida y es facil olvidarse de lo mas importante en la vida. Tus poemas y cuentos me ayudan a frenar la vida y pensar un poco en nosotros y nuestros hijos. Miguel tiene mucha suerte en tenerte como madre. Un fuerte abrazo desde Los Angeles. Jaime.

Anónimo dijo...

sandra c
es muy lindo lo que escriviste se nota que lo amas y que eres capas de todo por el.yo tambien tendo un BB y es mi vida, mi corazon mi todo, mi razon para vivir y estoy sola con el, pero siempre al amanecer y verle su rostro tan bello y tierno le doy grasoas a Dios por avermelo regalado es mi tesoro y espero ser una buena madre.
cuida mucho a ti hijo