jueves, junio 18, 2009

Dos cartas de Luis Rafael Sanchez sobre nuestra politica mezquina, una joya

LUIS RAFAEL SÁNCHEZ
LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

ESCRITOR

Dos cartas

1Hija de la literatura en su expresión lograda, la primera carta a que aludo lleva fecha del “8 de marso del 1947”. Escrita a mano, la misma va dirigida a una “querida bieja”. Destaca, enseguida, la ortografía incorrecta del tercer mes del año y del adjetivo sustantivado “vieja”, que se utiliza en Puerto Rico como apelativo cariñoso para la madre. Un tal Juan la suscribe. También abundan las incorrecciones ortográficas en el párrafo de saludo, los cinco párrafos que componen el cuerpo y el párrafo de despedida.



2. Hija de la política en su expresión mezquina, la segunda carta a que aludo lleva fecha del 29 de mayo del 2009. Escrita en computadora, se podrían reimprimir miles de copias. Va dirigida a la “grasa”, como los inquilinos actuales del poder tachan a los empleados públicos despedidos. La prosa de la segunda carta despliega un estilo aséptico, como puñetazo en el rostro, porque las formalidades del reconocimiento sobran tratándose de la “grasa”. Dicha imagen peyorativa se origina en la cinta sebosa que desmerece la magrez de la carne y atenta contra su valor alimentario. De manera que, a la ofensa de echar a la calle a miles de empleados, en razón del prejuicio y la mala voluntad, se añade el agravio de insultarlos.



3. La miseria económica arropa la carta primera. Brevísima, una sola oración compone los párrafos tercero y quinto, dos y tres oraciones componen el resto. No obstante la brevedad, Juan le detalla a su vieja cómo le va por la ciudad capital -“me va vién”. Miente, desde luego. Miente por piedad y consideración, pues le va mal. Tanto, que guarda la carta en el bolsillo, encamina a la estación de correos, ñangota ante una de las puertas, virotea la mano izquierda para fingir manquera y extiende la mano derecha. Es decir, mendiga los cinco centavos para comprar el sobre y el sello.


Y es que la miseria económica de entonces, mil novecientos cuarenta y siete, larga una sombra espesa sobre la vida de Juan, como si fuera la sombra ominosa del guaraguao en descampado. Sobre el Juan y sobre los miles de Juanes habitando en suelo puertorriqueño. El magisterio de “La carta”, el cuento de José Luis González que glosamos, radica en el aprovechamiento óptimo de la forma y la puesta de dicha forma al servicio del contenido estremecedor.



4. La miseria moral arropa la carta política, más breve que la carta literaria. Que los inquilinos actuales del poder desconocen la compasión ante la penuria y la pena ajenas. Una compasión que toda iglesia exalta como el norte de su fe. El desconocimiento choca, dado que entre los inquilinos actuales del poder se encuentra un reverendo que hace las tareas de asesor espiritual. Desde luego, se trata de una espiritualidad sui géneris, enriquecida por un halo material que sobrepasa los diez mil dólares mensuales. Ojalá que el espiritualista, además de ocuparse del amén, la aleluya y los viajecitos al banco a depositar el vil metal, promueva media idea siquiera a favor de la “grasa”. Que muy pronto no podrá llevar a la mesa el pan suyo de cada día.



5. La posdata hermana las dos cartas, si bien en ninguna se la nombra con la palabra completa o mediante las siglas tradicionales P.D. Sin embargo, en ambas cartas se cumple la definición de posdata: cosa que se añade después de terminada y firmada una carta.


La posdata de la carta literaria añade que Juan tuvo que fingirse manco para mendigar los cinco centavos del sobre y el sello. La posdata de la carta política habría que buscarla fuera de sus propios límites. El añadido radica en el hecho de que al frenesí de botar a empleados, que enfervorece a los actuales inquilinos del poder, se contrapone el frenesí de reclutar nuevos asesores para asesorar a los antiguos asesores, nuevos ayudantes para ayudar a los antiguos ayudantes y de asignar nuevas igualas. Dieciocho mil dólares por realizar una consultoría técnica durante tres meses. Treinta mil dólares por realizar un estudio de proyección de imagen durante seis meses. Cuarenta mil dólares por realizar un estudio sobre la espesura del mondongo durante un año.


Sí, la posdata hermana ambas cartas. También las hermanan el espanto, la ironía, la amargura.


http://www.elnuevodia.com/columna/581096/

No hay comentarios.: