TE EXTRAÑO
Te extraño
y lo digo sin pena
y sin la vergüenza de que alguien
pueda encontrar el rastro cursi
de un cliché antiguo en estos versos.
Simplemente te extraño,
como se extraña la niñez
y los sueños que nunca se cumplieron,
alguna memoria de esas
que a fuerza de la nostalgia
te hacen parir un mar diminuto
y brillante en el rostro.
Extraño el aire que daba
a mis alas tus besos.
El lunar de barro en tu costado,
punto cardenal de mi brújula.
La mirada fruitiva y sedienta
de un flechazo
que supiera cómo tranquilizarle
con el reto redondo
de un par de pupilas brillosas
y zalameras que no rompieran
el puente de lo infinito con un pestañeo
frente a la debilidad de tu hechizo.
Extraño eso de que todo fluya
con la reciprocidad calculada
del universo en tus manos,
atlas de todo, intríngulis de carne
y hueso.
Dónde queda la huella milenaria,
la sangre y los efluvios
que marcaron este paso acelerado
y tan torpe que nos dimos.
Dónde queda la querencia
del abrazocárcel que bajo el amparo
de todos los males, de todas las borrascas
aseguró mi raíz, mi suelo, mi anclaje
sobre la realidad,
dónde queda el paraguas tuyo del dolor
ante este silencio maldito
y gigante.
¿Dónde quedas?
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D. 15 (Recuerdo-Regreso)
¡Ay mare, quién pudiera
vestirse de esperanza
como la primavera!
~Rocío Jurado por fandango~
Recuerdo un sonido
un tanto extraño,
una sensación de frío
alborotándome los poros.
La oscuridad,
un mar entero de posibilidades
suspendidas.
Una amalgama de sombras
apareciendo en la alcoba,
los perros en la calle
aullando sus canciones
de tristeza en la madrugada.
Mi madre,
recuerdo a mi madre,
su voz entre sollozos
hincando el aire,
agolpándose sin permiso
en la ternura de mis oídos.
Mi indecisión,
la oscuridad, la sábanas, el baño,
ella que la sentí necesitada.
Mis pies adelantándose al misterio
la penumbra,
el largo pasillo a solas
tentándome el miedo de
fantasmas, monstruos.
La valentía de mi ingenio
palpando paredes y maleficios.
Ella,
acurrucada como gota
del dolor
arrinconada en el espanto
de no sé qué cosa,
(todavía desconozco)
tiritando el amor
a solas.
Mi padre, saliendo
por la puerta de la entrada,
escapándose de mi historia.
La incomprensión
la duda, el ¿qué sucede mami?
con la ternuralágrima apretada en el pecho.
El acariciar su cabello
como en los cuentos,
el limpiarle la cara
como la hacía conmigo.
El auto de mi padre
huyendo del laberinto.
Mi madre y yo solos.
El silencio…
Jose H. Caez Romero
escritor puertorriqueño
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