viernes, marzo 09, 2018

viernes...

Viernes
A Elena 17/marzo/2006
 
Escucho las olas susurrando una nana:
¿llora tu corazón, mi niña perdida?
 
Hay lágrimas como dulces de inocencia,
nacieron de muerte un viernes
cuando las estrellas jugaban al póker.
 
En tardes como ésta:
los espejos guardan rutinas en su maletín,
los resucitados recogen su mortaja y se visten de fiesta,
los payasos se disfrazan de políticos,
los no natos, como mi niña, nunca entendieron de vacíos,
pero nos regalan un paraguas para los sueños.
 
Nos miramos,
mi niña gimotea cenizas,
y le regalo una melodía de mar
finalmente sonríe
en su dolor de muñecas y trapecios.
 
Nunca sentirá la luz ni la sombra,
ni a los sátiros demonios del poder
con sus relojes sin cuerda,
sus cuerdas sin correa
y es que hasta se le cae el pantalón al más discreto,
pero mi pequeña tropezó, se raspó la sangre,
y yo sin ella me desvestí de esperanzas:
¿Qué duele más el horizonte o la ropa equivocada?
El tiempo huyó,
inevitable como la sangre,
tal vez, pudimos cantar desnudas,
así otro viernes tatuará nuestra piel de recuerdos,
que la canción termina,
el balcón de olas encaracola nuevas miradas
y tus lágrimas, ahora, reposan dormidas sobre mi pecho,
otra puerta se cierra, porque naciste a la muerte
y un duende recuerda que no llegaste para su cumpleaños,
finalmente gira el calendario de despedidas robadas.
 Mañana será otro ayer en que te recuerde.
 
Ana María Fuster Lavín
El Eróscopo: daños colaterales de la poesía
(Ed. Isla Negra, 2010)
Puerto Rico
 
 

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