Ana María Fuster: Los entreactos de la sombra y el verbo definitivo
(A. M. Fuster, El Libro de las Sombras, Ed. Isla Negra, 2006)
¿Cuántas ciudades hay en una ciudad?
¿qué sueños tiene la ciudad dormida?
Raúl Aceves
Dislocaciones y travesías
Mas si por mucho tiempo, como una vana imagen
Te persigue mi sombra…no habrás de tener miedo:
Porque mi sombra debe perseguirte, dudando siempre
Entre tú y el cielo.
Gérard de Nerval
Resignación
Primeras Poesías ( 1828-1832)
Deep into the darkness peering, long I stood wondering,
Fearing, doubting, dreaming dreams no mortal dared to dream before…
Edgar Allan Poe
The Raven
Por Marioantonio Rosa
La sombra es la otra intimidad del hombre. Lo más realista que podemos tocar después de cualquier presencia u objeto de asedio y búsqueda. En la historia la sombra ha tenido el silencioso protagonismo que ha desbocado episodios increíbles, y porque no, nos ha brindado la gran verdad de las revelaciones. Por tanto, la sombra como elemento de transición y verdad tendría mucho que escribir y decir. Si vamos a la literatura, la creación del Doctor Víctor Frankestein de un ser arrancado del mundo sombrío de la muerte interpretada magistralmente en la novela de Mary Shelley, el cirujano visionario y escrutador, termina perdiendo su propia sombra convirtiéndose el monstruo creado en su sombra, sombra en celo, sombra en ahogo, sombra que persigue y azuza hasta llevarlo a la muerte. Algernon Blacwood, uno de los narradores capitales de la literatura fantástica y de terror norteamericana del siglo XX en su relato El Hombre al que amaban los árboles, nos brinda el lado oscuro, inteligente y vengativo de la naturaleza, interpretada esta vez, por un bosque frondoso y selectivo con sus víctimas. Al llegar la noche el bosque en una sombra irrefrenable sería capaz de vencer la misma oscuridad y convertirse en la noche sin símbolos de los protagonistas, entrando en el escenario mental, invocando el destierro y la locura. Horacio Quiroga, jugaba a imágenes con la muerte y la sombra, llevando ese gusto brioso de la fatalidad hasta su propia vida. Charles Baudelaire en sus Paraísos Artificiales se brindaba a la sombra, como un dulce pórtico de escape, como una libertad y una seducción. Edgar Allan Poe, en su poema El Cuervo, nos invita a las sombras. Allí se encuentra el hombre desnudo a frente una dimensión que no conoce, allí, el hombre anida su nuevo cuerpo de sombra y elige la voz de su muerte. Una vez catapultado a la realidad, la inconciencia adquiere una voz dominante, y nada se recuerda.
Entonces sabemos que la sombra es una gran materia de vida. La sombra es un respiro y un espejo. Seduce, invita al goce, lo sabe todo, todo lo descubre y suda nuestras vidas calladas. Aquellas vidas adheridas a un horario, a una gente y a una sociedad. Cuando estamos en una habitación, o en la acción de un secreto, o simplemente estar viviendo debemos saber que nunca estamos solos, la sombra es nuestro lenguaje inédito cada día más rico y revelador. Nada más estamos en la sombra y con la sombra.
Dentro de la tradición Wicca o Brujería cuyos ancestros se remontan a los Celtas, tribus nómadas que se extendieron por toda Europa, Francia, Alemania y España y cuya religión se fundamentaba en la adoración de los dioses unidos a los poderes de la naturaleza, El Libro de las sombras es la bitácora de una bruja. Wicca, en su etimología significa Sabiduría, Gnosis, Iniciación. El diario de la bruja es en realidad, todos los rituales, convenios, y oráculos para la invocación, protección y enlace a los poderes mágicos. En su contenido se conjugan la Botánica y sus códigos medicinales y curativos, la simbología de las velas y los inciensos, la pedrería y su adivinación, la Cábala y la numerología. “El” o “La Nigromante”, debe dominar sin asomo de duda, los Cuatro Elementos a saber Tierra, Aire, Fuego y Agua, ejercer con equilibrio el Pentagrama Esotérico, entre todos los rituales destinados a cada evento existencial que se presente. Cuando vemos en un libro de poesía, un título enigmático como El Libro de las sombras, de la poeta y narradora Ana María Fuster Lavín, las claves de análisis se nos presentan retadoras, y de horizontes insospechados. El libro, para empezar tiene un título inusual para los temas que encierra; la erótica, el amor, la sexualidad, la invitación, la seducción en modalidades de contemplación e incitación, y también el homenaje a poetas como Pablo Neruda, José Lezama Lima o el autor de Los Heraldos Negros César Vallejo, o la tierna susurrada al hijo, y también la visión preocupante sobre la Patria como sucede en el poema Lágrimas Negras . El Libro puede ser un diario posible, o si evocamos la cita de Aristóteles usada como epígrafe por la poeta en la primera parte del libro, La Historia cuenta lo que sucedió, la poesía lo que debió ser, entonces puede ser un diario que debió ser, o mejor aún, un diario que se busca escribir siempre con el matiz de tristeza que puede tener un cuarto vacío. La sexualidad como primer personaje del libro descoca siempre a pesar de la plenitud vivida, del goce, del arrobamiento, del acercamiento y fusión de los cuerpos, en sombras, soledad y silencio. La palabra “Clandestino” constante en el diálogo de la autora con su lector, va más allá del amante sudoroso y gimiente sobre unas sábanas, luego de las zambullidas del alma en expresión amorosa. Clandestino es la sombra envuelta en la ciudad, o lo abrasador de una barra con boleros ajados de llanto. Nuestra sombra es clandestina, es nuestra habitante, como dijéramos al principio de esta reseña. Todos los elementos que discurren en la sombra por tanto, la poeta les llama clandestinos y los personifica y los hace imprescindibles para la palabra de amor y seducción, vida o abandono. El poemario se divide en tres partes cónsonas y a la vez ricas en diversidad de expresión; Mitos, Espejismos de la Ciudad, y (Per)versiones. Partiendo del acertado prólogo de la también poeta Leticia Ruiz, el libro abre con el poema Invitación, pórtico con la pretensión brillante de provocar el hundimiento en los sueños bajo signo racional, usando los deberes del tacto. A partir de ese poema el pasaje de ida nos lleva a un mosaico llamativo que puede estar sujetado por los mitos Tritón, Cronos, Selene, Hades, Circe, Afrodita, Narciso, o latir en la estrella santera de Yemayá o Changó.
Ocurre en cada poema escrito, un signo oculto, tras la acción plasmada en la imagen, lo que da un hermetismo transparente y sostenible. La poeta ama el insinuar, pero no decir el rumbo de esa insinuación, y en esa insinuación bajo el clima del poema, todo cabe incluso la presencia de la nada. Los poemas se buscan entre sí bajo unos elementos de fuga hacia otra visión, otro destinatario sin nombre fijo. La poeta se hace anónima buscando el cuerpo de su verdad, esa verdad nadie la tiene, sólo la sombra ceñida a su vida y caminar y sólo la poeta tiene en su palabra las brújulas de encuentro, con esa verdad. El libro tiene, incluso en los poemas más despejados la fachada que inicia un plano de encuentro y reafirmación de una profunda feminidad esencial en su palabra.
Y si, partimos únicamente de lo erótico, este poemario inicia una interesante ruptura con el tema erótico usado en la poesía de los cuerpos. El cuerpo gráfico de este libro es cinematográfico en esos espejismos de la sombra, la claridad del amor compartido, la dación sin pensar en las reglas de la vida y el mañana. Podemos ver cortometrajes a veces libres, en otras ensimismados en el hola y el adiós, otros escribiendo un reencuentro con otras imágenes, o consigo mismo. La musicalidad y manera de decir de cada poema fluye en lo corpóreo, la sutilidad escondiendo una gran contundencia, y lo irrelevante de la identidad, cosa que no sucede en la poesía erótica donde, o hay géneros y escenas para géneros, esto hace a El Libro de las sombras un libro sorpresivo en sus contornos, y insufla brillantez y vigencia.
Ana María Fuster nos invita en El Libro de las sombras a buscarle otra conjunción a nuestros sentidos, a leer poesía con otra mirada que no elija especificar el porque de los manifiestos del alma. La sensibilidad de este libro se empuja a lo exquisito y a ver nuestra sombra como una auténtica memoria. El libro posee la exactitud de la ternura, en especial en los momentos de vacío, o en la escena de los Haikús Gastronómicos, donde cada plato adquiere firma de piel, y se lleva al paladar, lo gustativo entonces adquiere luz de descubrimiento.
Y más que todo, la poeta nos invita a conocer la vida bajo otra luna y otra entraña, a caminar sin temor por nuestro ser, y en esa esencia disfrutar del poder de la palabra. La sombra fusiona entonces la ruta al verbo definitivo.
Marioantonio Rosa
Poeta y crítico literario puertorriqueño
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Recado para Ana María Fuster
Por la lección de vida, el ser y la palabra
Desde las sombras, un pájaro regresa y nos abre sus puertas;
agua nueva, o el cuarto clandestino donde nos espera,
desnudarnos sin tiempo ante una palabra inmensa
pensar el cuerpo de la ciudad que no acaba en sus relámpagos
o quizá, perdernos en tus ojos, otra palabra de asombro,
la llegada a la tierra prometida que se esconde.
Yo te he visto en ese océano de luces que guarda el silencio
tan dulce en sus peces de milagro, y el vendaval de lágrimas,
que limpia las mentiras del pecado, o el pecado de ser libre,
de gritar tempestades que invadan los ciegos pasos del ser,
o la farsa de herirnos con la misma sangre.
Una vez tu palabra, me ha ofrecido pan;
recuerdo la garganta solitaria y el corazón en fuga,
recuerdo la lectura antigua de la sombra con la que converso
como otro corazón vacío de milagros.
No sé que pasó, tu mariposa hizo el incendio;
se quemaron palabras del pasado, se quemaron miradas de coral,
pude encontrar un poema a mi alma en la chispa de un duende
perfecto como un amanecer, o la revelación de un viaje.
Más, no alabo tu pincel de memorias y astros,
no alabo la frente donde el miedo hace sus piras.
Me quedo en las sombras, así me visto, así te escucho,
como el que escucha un infinito tren acercarse
desde un ronco pueblo de mansedumbres.
Yo saludo el fresco lenguaje de tus gaviotas,
y la cerveza que la sonrisa imita por tu sombra.
Quiero que tus espejos nos descubran y nos hagan nobles
que nos hablen de la otra frontera de la vida,
que nos rompan el amor sobre nuestra charla de incrédulos
quiero tu palabra, poeta.
Marioantonio Rosa
21 de abril 2007.
Participaron en la presentación de El libro de las sombras, los queridos amigos Carlos Roberto Gómez, Marioantonio Rosa, Angel Matos, Mayda Colón y Alberto Martínez Márquez, gracias también a la delegación Puertorriqueña de Isla Negra en la FIL dominicana por el amor y la solidaridad...
Fotos cortesía de Angel Matos
Mayda Colón
Carlos Roberto Gómez
Marioantonio Rosa
Angel Matos
Alberto Martínez Márquez
Ana María Fuster
* Los invito
este jueves 17 de mayo
a las 7:30 pm en el Café Seda,
del Viejo San Juan,
Calle San Sebastián,
montándonos en la guagua de la poesía,
timoneada por Elizam Escobar
compartamos ese día una bella bohemia...
5 comentarios:
Nunca he leído nada suyo, pero sin duda, usted es la mujer más atractiva de las letras puertorriqueñas...
Saludos desde El Salvador y gracias por mostrarnos los rostros de poetas hermanos de Puerto Rico.
Anónimo... Jum..
Llave maestra, gracias por tus saludos salvadoreños, aquí estamos rostros y palabras para hermanarnos...
SI yo fuera otro Ser, no lo podria entender , pero es muy dificil ver , algo controla mi ser Y AUN MIERCOLEO LA MALDITA TARDE DEL DIA DESPUES DEL QUE TE CONOCI! fue un placer conocerte , espero volverte a ver.
que página especial, magistral la presentación de Marioantonio, y la lectura de su trabajo. Realmente creo que tu obra literaria tiene verdadera garra, una mujer viva, bien viva.
enhorabuena por habernos deleitado con tu obra en la FIL
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