jueves, julio 05, 2007

Bitácora: Cómo sobreviven 20 puertorriqueños en la FIL Dominicana 2007





















Delegación Puertorriqueña de Isla Negra sobrevivie en la feria dominicana del libro 2007








por Ana María Fuster Lavín

Somos carne, sangre, emociones y palabras navegando en un barco de papel hacia cualquier destino. Eso pensaba con la mirada hacia la pequeña ventana del avión; que me transportaba de nuevo a la enrutinada cotidianidad, donde me esperaba otro enfrentamiento con un viejo amigo. Loca, estúpida, frustrada no resulta un buen tríptico para dedicarle a un ser querido, pero fue el ramillete que recibí esa noche ya boricua, creo que se trató de una pesadilla próducto del combustible o las vibraciones del avión. ¿Podemos compaginar el arte con la castración? Amamos, luego escribimos.

Cinco días en la Feria del Libro Dominicana fueron un oasis junto a la delegación de veinte escritores puertorriqueños timoneada desde la isla negra por el poeta y editor Carlos Roberto Gómez. En quisquella enmofongamos nuestras santísimas dietas, sin piedad ni prejuicios de imagen, raza, género, creencias o descreencias; nuestra constitución fue transformada en la amistad más allá de cualquier pero o mezquindad, con la literatura siempre en las manos y el corazón; así como volar, navegar, amar hasta el último centímetro del deseo y sentirse querido hasta en una carcajada. En la feria pude ser la corsaria del pañuelo rojo: un hembrón, poeta, soñadora, gótica, confidente; pude presentar mi poemario de sombras sudando versos, pero viva y llena de amor; y la palabra necrofilia --culpa del profesor y poeta José Manuel Maldonado Beltrán y una entrevista que me realizó para la revista Luciérnaga-- que tanto usamos en broma, era esa pasión por amar la muerte de todos los dolores del alma y renacer con mis amigos. Eso desestupidiza a cualquiera.

¿Patifonfo, camarofongo, longuifongo, minifongo y hasta mofongo no-chicha (el que se comió cierto español)? Ese fue nuestro menú de la primera noche, luego de la sublime presentación del grupo sotanero en la FIL (junto a Federico Irizarry, Carlos Vázquez, David Capiello y Juanmanuel González, a cargo de los escritores –en el mismo orden—Pedro Cabiya, Juan Antonio Rodríguez, Marioantonio Rosa y Carmen Zeta). Cualquier fongo de acuerdo con las necesidades del hambriento escritor y de su sed, pues los brugaleros, presidentes, frutiles (per)versiones licuadas, y para los más clásicos un 7-up. Nota a los lectores, cuídense de las recetas mofongueras del editor melenudo de Luciérnaga, Gilbert Louzao, una delicia para la gastritis… Esta era la apertura a una gran aventura dominicana para la veintena de escribidores ante el banquete por llegar.


Loca… lo soy, y aunque me retumben los ecos hacia el mundo de los intrapensamientos esa comunión antropoética (para volverle a robar el título del poemario a Capiello, el escribirá sus peripecias en el ferry) nos salva. El viernes de la feria transcurrió con sus anécdotas, diversiones y horrores choferiles; Carlos Vázquez vio la cruz par de veces; Alberto, Ángel Rosa y su Lidia por poco infartan pero sobrevivimos más allá de los huevos de dinosaurio, que fueron puestos para sabotear la bíblia (según un estudiante fundamentalista de Martínez Márquez) y hasta el momento cinematográfico cuando sonó el himno a las diez de la noche y todo se detuvo hasta el merengazo y las pisadas. Carlos Roberto nos cantó el himno; por otro lado José Manuel se erizaba recordando por alguna razón algún paredón de fusilamiento (majo, estamos en la República Dominicana, y F. murió en el 75). Por su parte, el Gilbert Louzao, como de costumbre, con un gesto calladamente irónico. Y es que el Caribe es rico en sus contrariedades.


Los días de promoción y prensa no se quedan atrás, pues levantarse a las cinco y media de la madrugada después de una noche de bohemia es bastante fuerte; todo por amor a la palabra y solidaridad al editor, no sólo al paredón del silencio, esa sería la muerte de nuestra misión. Así que a sobrevivir y a las seis de la madrugada desayunábamos Carlos Roberto, Alberto, Carlos y yo; nos dividimos en parejas. De tabúes, buenas y males palabras, prejuicios, cabizbajismo, blablablás estamos curados. En el programa de radio hubo problemas para mencionar el título del libro que de sutilezas nada, pero de censuras tampoco, igualando el primitivo anzuelo de la conductora radial cuando intentó pescarme para que hablara mal de Luis López Nieves. Antes muerta que sencilla, digo...


Defendí al susodicho colega y me gané su mirada hostil; tampoco se despidió. Entre maquillaje, bombones y cámaras nos fue mejor, no sólo el entrevistador era un adonis nocturno sino que nos dejó hablar, preguntó sobre nuestras obras y mencionó varias veces el título del libro de mi compañero, Mariconerías, mariconerías, claro que sí… soy muy caprichosa. Al regreso me di la consabida Presidente de las diez y media con Marioantonio.

Esa tarde teníamos misión, la presentación de Aún de nuestro querido capitán, a cargo de Mónica Volontieri. Con fama él de caminar con los codos, fue una tierna y emotiva demostración de amor, la de Carlos Roberto, que culminó con una convocatoria estudiantil frente al local, stand, kiosko, refugio (o todas las anteriores, de Isla Negra), el poeta-editor le obsequió a los chicos con libros de la editorial y las firmas de sus autores; nos tomamos una foto con ellos, así que cualquier anuario escolar contará con la intromisión de un apalabrado grupo boricua.

Locas, sí, somos muchas y de géneros, colores y pasiones divinamente diversas. Faltaba nuestra gran dama que encontramos en la librería Thesausus, sentada hermosa, regia de negro, abanico de encajes y copa de vino blanco, nos sonrió recatada y una mirada cómplice, impresionados el grupo y enamorados de Lizza Fernanda, que tendría a cargo la presentación de Mariconerías, de un lacónico escritor puertorriqueño, y paso seguido, un panel muy interesante como preocupante Situación y perspectiva de los Gays... en RD. Conclusión final: la intolerancia institucional y eclesiástica sigue persiguiéndonos e idiotizando al pueblo. Esa noche se unieron al grupo los amigos poetas Rey Andújar, Basilio Belliard, Mayda Colón y Ángel Matos.
¿Cuántos somos? ¿Todos van? No sigan jo… y organícense. Octava vez que Carlos Roberto pregunta y par de kamikazes quisquellanos disfrazados de taxistas nos dirigimos a la penúltima misión de la noche. Luego terminamos en casa de Mónica con su hermosa y divertida hija, entre mares de cerveza, vino y un clásico manjar caribeño: pizza. El club de los fumadores se acomodó en la marquesina, los demás entre los sofás de la sala, y hasta compartíamos a través de las ventanas, bajo un techo donde danzaba una salamandra o bajo las estrellas de libros y versos.
Regresamos primero Nelson y Carmen; otros más buhiles se quedaron, los del medio tuvimos encuentro con la cruz de Carlos Vázquez, David Lind –pintor al fin—observaba, también el filósofo del grupo Gilberto. Necrofilia, y José Manuel Beltrán seguía bromeando, necrofília, y Lind reía silente, necrofilia, y nos apiñábamos en los asientos. Marioantonio clandestinó media botella de vino y algunos versos en mi cartera. Juan, el guardián del tinto, sumaba los pesos dominicanos bajo la oscuridad. El realismo quedó fundido en el llamado de Ángel Rosa a Lidia, el amor colapsó la risa y las protestas; ah, les prometí un cuento a ambos, no te quedes Lidia. Esa noche había que descansar, pero conversé con Mayda hasta el amanecer, poesía y risas.


Sábado. Imposible resumir ese día de 24 horas infinitas e intensas, pero sólo tengo cuatro cuartillas para esta crónica de una cuentera dizque gótica, y recuerdo que mi pareja se arrepintió de propinarme un frustrada… Luego de darnos un impresionante desayuno y Carlos Roberto leernos de nuevo la lista de presentaciones sabatinas: la conferencia de Ángel Rosa, Eugenio Cuevas, la mía todo un sudor y sacrificio, me encantó… (aunque coincidió con la del Che y Elizam, hubo sus truenos), la de Alberto Martínez (a cargo de Carlos Vázquez), la conferencia de Juan Antonio Rodríguez, la presentación de Ángel Rosa, todo muy hermoso y proper, pero lo mejor vino después… ¿Frustrada? Not.

¡Y llegó la noche! De nuevo, CR, qué hacen allí, muévanse, los del recital de poesía a los taxis, y el lío de unos pa’qui otros pa’llá, las risas, las anécdotas, por allí va Taty Hernández, que los que fuimos a la lectura de poesía en la Zona Colonial.


Llegamos y Juan perdió su billetera en la feria. Llegamos y Mayda lucía sexy en la barra. Llegamos y Nelson y Carmen también estuvieron allí. Llegamos y Ángel Matos fue el anfitrión. Llegamos y estaba Patricia Minalla. Llegamos y Capiello con sus poemas, vino en barra, seducía una sombra. Llegamos y Federico abrió la lectura. Llegamos y Juan Manuel la siguió. Llegamos y leyeron poetas dominicanos. Llegamos y bebimos Presidentes juntos. Llegamos y también Ana María leyó erotismo y muerte ¿quién, yo? ups… ¿necrofilia? Llegamos y Alberto tronó el lugar con versos en ritmo de jazz. Llegamos y Rey también sedujo la palabra. Llegamos y Mayda arrasó la noche. Llegamos y luego nos fuimos.

Escritores puertorriqueños sueltos en la madrugada (ya dominical) por las calles quisquellanas; nos divertimos, hablamos, Federico alucinaba, los corillos nos dividíamos y encontrábamos, también Capiello. Por las calles nos encontramos con Vanesa Dross, bailando un merengazo a José Luis Vega, parecía la gran fiesta sin local de lujo. Y de repente dieron las dos. Toque de queda. Sin saber cómo, caímos Juanma, Zuleyka, Alberto, Federico y yo en el carro de Rey hacia un mundo clandestino, en un patio interior lleno de seres bohemios multiculturales rodeados de espíritus destilados. Alberto estubo a cargo de la entrada triunfal, con pie –incluyendo zapato nuevo—en una fuente. ¡Silencio, llegó la polícia! Allí con el agravante de la cerveza, el ron y la ginebra, reíamos silenciosamente asustados, nos pasó la vida en un segundo, hasta el amanecer con Rey cantándonos. Y hasta el querido Elizam Escobar estuvo allí… Fue una madrugada de nunca olvidar, con la excepción del taxista Andújar que zigzagueaba feliz hasta una próxima bohemia en algún lugar del mundo.


Dominical la mañana del retorno a la enrutinada necesidad capitalista, riendo en en la guagua al aeropuerto, amenizados por Alberto, que también se lamentaba de haber perdido su sombrero. ¿Cuántas historias puede contar en mediahora? Últimos chistes en el aeropuerto, Carlos Roberto lucía agotadamente sereno con sus dieciocho acompañantes pensando entre terror y emoción en la Feria del 2008.

¿Estúpida, loca y frustrada? Al regreso le escribí al nuevo amigo Daniel Torres, profesor desde Ohio hasta Yucatán; recordé a Lizza Fernanda, a los sotaneros, a los amigos profes humacaeños, aguadillenses; a los veinte en sus risas, las presidentes, y la mano de Ángel luego de la bohemiada en casa de Mónica, cuando la ternura afloró un no te quedes Lidia y su mano se acercaba a la de la amada por 46 años, los dedos se alcanzaron hasta el próximo barco de papel, hacia el amor y la palabra, para embarcarnos a otra feria librera donde seremos libres y viviremos la palabra…

Ana María Fuster Lavín

Sobreviviente a la FIL 2005 y 2007
Poeta y narradora puertorriqueña
Fotos por: Angel Matos, Alberto Martínez Márquez y Ana Maria Fuster

8 comentarios:

Unknown dijo...

Tremenda crónica. En otras informaciones: aquellos tres adjetivos son el trío de una proyección psicológica. No le hagas caso al "viejo amigo". ¿Quién estuvo en la FIL por invitación... como parte de una delegación... de autores? ¿A quién entrevistaron en la radio dominicana? A veces, altruismo sobre todas las cosas. Otras veces, ego sobre todas las cosas (¡al infierno la falsa modestia!). Tú decides cuál de esas veces es esta vez.

Akasha Déclenché! dijo...

El arte es la vida misma y si ésta contiene mucha castración, en letras, colores y formas se traduce, no en decadencia pero sí en la intensidad de lo grotesco, de las emociones inversas y per-versas.

Dejo Huellas de Besos con Colmillos... V V

Engels Mateo dijo...

gracias por los comentarios que hiciste a mis fotos, ya vere como consigo uno de tus libros para bebermelo. eres muy amable.

Rosa Silverio dijo...

He gozado mucho tu crónica sobre la participación de la delegación puertorriqueña en la feria del libro dominicana. Me gustó ver en las fotos a algunos conocidos y amigos.

Espero que el año entrante regreses.

Un gran saludo,

Ro

Fernandina dijo...

Parece que fue una actividad muy interesante.

Un abrazo y agradezco el recuerdo que me has traido de un muy querido y extrañado amigo periodista, de la Isla del Encanto.

Awilda I. Castro Suárez dijo...

Me incluyeron en el MeMe y tú eres uno de los que seleccioné. Si tienes dudas date un paseito por mi blog.

Exterminator dijo...

Me encanto leer tu relato pero, sobre todo, verte en las fotos, al igual que a uno de mis mejores maestros de toda la vida, Jose Luis Vega...
Carinos.

Ana María Fuster Lavin dijo...

Carlos Vázquez y otras yerbas... un honor tu amistad, por haber compartido ese viaje una divertida, como agotadora misión letrada... Es cierto el ego a la basura, somos grandes y lo pasamos en grande...
un gran abrazo

Akasha dulcinea, y sí no podemos permitir que nos castren ni el cuerpo, ni la mente, y qué son las palabras sino dardos finos y libres, siempre per/versas, vivas, más vivas que la propia sangre...
un abrazo

Engels Mateo, tus fotos son extraordinarias, a ver si nos conocemos cuando regrese a tu extraordinario pais.

Hola Rosa, sí fue un grupo variado, y a su vez de una inimaginable unidad en el amor solidario como en la palabra. Espero regresar pronto.

Virgen... soy curiosa, ¿quien es ese amigo periodista? ¿Mmm? Sí fueron cinco días bestiales.

Ay, mi amiga Frida, ya veré de qué se trata el Meme... un beso

Exterminator, Hola!! Qué rico tenerte de vuelta y todo nuestro anecdorario escolar y vecindal, sí José Luis Vega fue nuestro gran profe en la provi... Un besote