lunes, febrero 18, 2008

En el Nuevo Día - Daniel Torres comenta sobre El libro de las sombras


La fuerza de una corriente lírica


Por Daniel Torres

Dividido en tres partes (Mitos, Espejismos en la ciudad, Otras (per)versiones), ‘El libro de las sombras’ navega entre verso y prosa, atestiguando la palabra de una poeta que había publicado en el 2002 su primer libro de cuentos ‘Verdades caprichosas’, que fue Mención Honorífica del Instituto de Cultura Puertorriqueña en el 2003. Tiene también a su haber una serie de cuentos novelados titulados ‘Réquiem (narraciones urbanas de una novela cuenteada)’ que “narra la historia de una familia maldita”, como ha dicho Marta Aponte Alsina.

Nacida en 1967, Ana María Fuster Lavín sería parte del periodo denominado como “la generación del 80”, que en su momento Luis Raúl Albaladejo llamara “la generación soterrada”, mote del que se ha curado este grupo de poetas después de haber publicado ampliamente en los años 90, y ahora a principios del siglo XXI.

‘El libro de las sombras’ está emparentado con ‘El libro de la muerte’ de Manuel Ramos Otero, no sólo en el título sino también en la estética pansexual del escritor manatieño. Por su parte, Ana María, en una impecable edición de la colección que lleva el nombre del excelso maestro, Josemilio González, de la editorial Isla Negra, nos desafía y nos invita a “Un duelo a corazón abierto” desde el primer verso del libro. Una cosa o la otra: “…una trampa racional” cuando a sabiendas nos embarcamos en ese “parto perverso” que nos propone la voz lírica para “invadir” nuestros pensamientos y “besar [nuestro] aliento convencional... /hasta que Cronos eclipse la vía lógica/ y un reloj de estrellas marque nuestro camino”. Y todo este amago de escritura se hace “sobre tu cuerpo”.

Las nociones de verbo y carne en la poesía erótica emergen aquí como señas de identidad de esta poeta “bien venida” a lo largo de todos sus versos. Pertenece a una corriente viva de nuestra lírica, como las ya clásicas poetas María Arrillaga, Ángela María Dávila y Dalia Nieves, la misma Rosario Ferré y la novísima Mayra Santos Febres junto a Madeline Millán y Maribel Sánchez Pagán, que hace poco publicara su primer libro: ‘Ese hombre’. Todas ellas son firmes herederas de la trova que una Lola Rodríguez de Tió o una Alejandrina Benítez le legaran a Julia de Burgos y a Clara Lair, formando así todo un ‘continuum’ en nuestras letras. Ana María Fuster Lavín reclama su lugar en este canon con un libro que no tiene nada que envidiarle a ninguna de ellas sino más bien rendirle tributo a todas estas maestras del género.

Daniel Torres es profesor de Español y Estudios Latinoamericanos en Ohio University (Athens). Ha publicado crítica, cuento, novela, poesía y crónica.

http://www.elnuevodia.com/diario/noticia/revistas/revistas/la_fuerza_de_una_corriente_lirica/364217


1 comentario:

Fulan@s dijo...

Desde las sínsoras los fulan@s queremos felicitarte por tu reciente publicación. Besos Ana y bendiciones al duendecillo...