blog de la escritora puertorriqueña Ana María Fuster Lavin --gestión cultural, cuentos, poesía, ensayos, fragmentos de textos y vivencias desde las sombras de una ciudad silente-- “Tengo miedo de mi voz y busco mi sombra en vano. ¿Será mía aquella sombra sin cuerpo que va pasando?...” Xavier Villaurrutia
jueves, septiembre 18, 2008
Escritor invitado Basilio Belliard-----Periodismo y Literatura
Periodismo y Literatura.
Basilio Belliard
La relación entre periodismo y literatura es conflictiva y crítica. Ambos son actos del lenguaje. Miguel Delibes, el notable novelista español, dijo una vez que “el periodismo es el borrador de la literatura”. Mientras que el periodista hace uso de la lengua para informar y decir una verdad, la verdad del hecho o del acontecimiento, el literato, haciendo uso de la misma lengua, no persigue la verdad, sino sugerir y expresar el asombro que le producen la percepción y la contemplación de la realidad del mundo. En tanto que el primero produce textos periodísticos, el segundo produce textos literarios. Mientras aquél hace uso de la redacción discursiva, en un estilo claro, preciso y objetivo, éste se vale de la redacción literaria o artística, en un estilo lúdico, estético e imaginativo. Sin embargo, existe la posibilidad de la existencia de escritores que hacen periodismo puro y de periodistas que practican la literatura. Eso no quiere decir que todo escritor que publica artículos de opinión o ensayos en los periódicos esté haciendo periodismo, pues esa práctica la puede perfectamente realizar en otros medios, como pueden ser las revistas o algún boletín informativo. Ahora bien, cuando la publicación se hace en los suplementos culturales o literarios de los periódicos, este texto puede adquirir la categoría de artículo o ensayo literario, crítica literaria o reseña literaria. De ahí que el carácter literario o periodístico de la publicación va a depender del uso de la lengua, de los recursos estilísticos o retóricos que haya usado, del nivel de lengua y de la dosis de imaginación que le haya impreso su autor, rasgos característicos de los textos literarios.
Hay escritores que han ejercido el periodismo pero como un oficio, o modus vivendi, antes de dedicarse a la literatura (Gabriel García Márquez) y otros que han compartido su ejercicio intelectual y literario con el oficio periodístico (Germán Arciniegas, Arturo Uslar Pietri, Norman Mailer y Ernest Hemingway). En otros casos, son los periodistas que terminan convirtiéndose en escritores, mayormente aquellos periodistas que cultivan géneros periodísticos próximos a la literatura: el reportaje y la crónica periodística.
Otro elemento distintivo del periodismo es que en éste, las noticias y las informaciones deben ser actuales e importantes; en cambio, en la literatura, han de ser del pasado, del presente o del futuro. El periodista está afectado por la exigencia del tiempo, “del cierre” del periódico y la noticia tiene que ser ágil, veraz e imparcial y sin ninguna posibilidad de ambigüedad en la información; de ahí que el periodismo participe más de la ciencia que del arte. El literato no está influido por el imperativo del tiempo y por lo tanto puede emplear toda su sensibilidad, pasión, emoción, magia, fantasía, creatividad, momento creativo y asombro para escribir y producir su obra literaria. Aunque, como dijimos antes, el periodismo y la literatura tienen un elemento común (la lengua), su producto final es distinto, así como su técnica y recursos. Sin embargo, “es en el reportaje donde el periodista puede tocar, así sea tangencialmente, con la literatura”, dice Federico Henríquez Gratereaux en su opúsculo “Periodismo & Literatura”. Son célebres algunos reportajes de periodistas que tienen una admirable sensibilidad literaria. Incluso algunos pueden convertirse en novela-reportaje, tipo de novela cultivado por Ernest Hemingway en sus obras Muerte en la tarde, Por quién doblan las campanas o en su crónica-novelada, París era una fiesta. De igual modo está el ejemplo, no menos emblemático, de Truman Capote, en su también novela-reportaje A sangre fría, en la cual trata un hecho real. Hay pues una dosis de subjetividad en el reportaje que lo hace emparentarse con la novela. Muchos periodistas con cultura literaria apelan a ella para hacer reportajes que pueden catalogarse de literarios.
Los periodistas cultivan géneros periodísticos como el reportaje, la crónica, la entrevista y el artículo de opinión; en cambio, los literatos o escritores cultivan géneros literarios, tales como la novela, el cuento, el drama, la poesía, la crítica, el ensayo y géneros menores como el diario, la memoria, la biografía y la epístola o carta. Esas son algunas de las características distintivas de ambas expresiones de la lengua, en las que la literatura deviene en ocio, en la mayoría de los casos, y en oficio, en el periodismo. El literato vive para escribir y el periodista, escribe para vivir. A pesar de que hoy en día existe el escritor de profesión que escribe por contrato con una casa editorial, cobra por conferencias y seminarios y tiene un agente literario, contrario al pasado.
La palabra es el elemento común entre el periodista y el escritor, sólo que el primero hace uso de ella de manera denotativa y profesional y el segundo, de manera connotativa, es decir, artística. “La literatura es arte y el periodismo es profesión”, dice Juan Bosch, en su “Conferencia sobre Periodismo y Literatura”. El escritor usa los recursos de la lengua para inventar situaciones, describir lugares, narrar historias reales o imaginarias y crear personajes, en tanto que el periodista, los utiliza para presentar opiniones, hechos o acontecimientos que están ocurriendo.
El escritor y el periodista hacen uso del mismo código, la lengua, pero cada uno por su parte lo hace de modo distinto. Lo que hace que su producto escrito sea diferente es precisamente ese uso connotativo o denotativo, unívoco o multívoco que ambos, de modo separado, hacen de su instrumento de expresión. Tanto Rafael Molina Morillo, en sus textos periodísticos, como Marcio Veloz Maggiolo, en sus novelas, hacen uso de la misma lengua, sin embargo, cada uno le da un tratamiento distinto a las palabras. Mientras el novelista transforma los sentidos y los valores de la lengua, el periodista no está llamado a hacerlo. El poder de seducción a través de las palabras que posee el escritor es mayor que el del periodista, pues a éste no le es dable lo que aquél logra con el lector, que es transformarlo, seducirlo y conmoverlo.
Para que un hecho sea noticioso éste tiene que ser curioso, trascendente, impactante y actual, en cambio, un hecho puede ser cotidiano, trivial e inactual, pero el escritor le puede dar categoría, dignidad y dimensión de modo que pueda convertirse en hecho literario. Que un perro muerda a un hombre puede ser un hecho literario, pero para que sea periodístico o noticia, tiene que darse lo contrario, es decir, que el hombre muerda al perro. Una noticia puede convertirse en tema novelesco o cuentístico, sólo basta que tenga “peso argumental”, que sea interesante y dramática, pero para eso la noticia tiene que tener riqueza expositiva, gracia informativa y fuerza dramática, para despertar el entusiasmo del novelista o del cuentista.
El periodista se parece al historiador, pues ambos deben manejar el dato exacto, la verdad (histórica o periodística), pero se diferencian en que el historiador tiene como instrumento o fuente de estudio el pasado, y el periodista, el presente cotidiano. Un episodio histórico puede también convertirse en tema literario y adquirir la forma de reportaje o crónica, siempre que lo sucedido tenga ribetes extraordinarios, intensidad dramática y espíritu argumental, capaz de conmover al historiador.
Basilio Belliard
Profesor y poeta dominicano
Cuadro El trotamundo sobre mar de niebla
de Caspar David Friedrich
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