miércoles, mayo 18, 2011

David Caleb Acevedo: La homosexualidad no es una enfermedad

LA HOMOSEXUALIDAD NO ES ENFERMEDAD



David Caleb Acevedo (Artista plástico y traductor jurídico)


¿Por qué no se puede curar la homosexualidad? Buena pregunta. Tengo varias respuestas, aunque todas ellas están viciadas por un profundísimo proceso de autocrítica y reflexión, llevado a cabo por años. Perdonen el cinismo.

Desde que tengo uso de razón soy gay. Recuerdo que a mi hermano mayor le encantaba la parte de K-mart donde está la ropa interior de mujer. Le gustaba observar las fotos de las etiquetas con las mujeres en paños menores. A mí me gustaba hacer lo mismo, pero en el departamento de ropa interior de hombre. Apenas tenía, ¿cuántos? ¿Cuatro años de edad? ¿Seis?

Recuerdo ya en mi adolescencia haber hecho dibujillos homoeróticos en las libretas de la escuela, entre las páginas de mi biblia. Me acuerdo de mi primer beso con un chamaquito de mi edad, a los 11. Los besos que le siguieron también, en su gran mayoría, fueron con hombres.

Solamente he estado sexualmente con mujeres en dos ocasiones en mi vida. Y lo hice para que no me cuenten. Y ambas sabían de mi homosexualidad y consintieron el acto. Pronto desistí de la idea. Las mujeres, con todo el respeto y la admiración del mundo, no eran, ni son, ni serán jamás lo que necesito en la cama.

De pequeño, iba al Salón del Reino de los Testigos de Jehová. Me crié en esta secta, posiblemente una de las más disciplinadas y, a la misma vez, fundamentalistas dentro del cristianismo. Le oré a Jehová Dios por años y a su supuesto hijo Jesucristo, para que me curaran, para que me hicieran otro, para así poder complacer a mis padres y ser un buen hijo.

Pero ya era un buen hijo, aunque para ellos no fuese el “hijo perfecto” sólo porque no me gustasen las niñas. Mis oraciones jamás fueron contestadas.

Hoy día, hecho todo un adulto profesional, con una exitosa carrera, egresado de la UPR de Río Piedras, ciudadano y hombre homosexual de bien, no me arrepiento del camino que escogí. Lamento mucho que ciertos cristianos tan fanáticos como los integrantes de la secta en la que me crié, tilden a gente como yo de pedófilos, bestialistas, aberrantes, y muchas otras palabras dolorosas y ofensivas que no deberían tener lugar alguno en las bocas de aquéllos que profesan tener al poder más supremo del bien en sus corazones.

Lamento que se nos persiga en la calle, que se nos niegue derechos fundamentales e inalienables provistos por la Constitución con la mera excusa de que promovemos un estilo de vida de deshonra, cuando basan ese juicio en un solo punto de vista, proveniente de una sola religión dentro de todas las que permean en esta hermosa isla.

Quisiera decirles que no todos tenemos la obligación de seguir la fe cristiana, porque en este país existe libertad de culto, y la libertad de culto implica la libertad de no tener culto alguno, y aun así vivir una vida protegida por los derechos que nos amparan a todos.

Quisiera decirles que el argumento de que no nos odian, pero sí odian nuestro pecado, es igualmente ofensivo y abusivo; ero no se preocupen: el sentimiento es mutuo.

Quisiera decirles que mientras más nos atacan, más fuertes nos hacen y más pierden; que mientras nos persiguen, nosotros no los perseguimos, no perdemos el tiempo porque tenemos una lucha clara, que no es contra ellos, sino por nuestros derechos como comunidad de seres vivos y humanos.

Quisiera decirles que no hay tal cosa como una cura a la homosexualidad, que aquéllos que sí lo afirman, sólo se hacen daño a sí mismos, porque el resto de nosotros, los integrantes de esta hermosa comunidad LGBTT, estamos sumamente claros en que, contra viento y marea, estigmas, escupitajos, insultos desde el podio, amenazas de muerte y comparaciones con el diablo, no seremos otra cosa que lo que somos, porque en esta vida se es lo que se es. No se puede ser nada más.

Sólo los salmones tienen la sabiduría (o la terquedad) de nadar contra el río. En fin, ¿por qué no se puede curar la homosexualidad? Porque no hay nada que curar. Breguen con eso.


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