Reposo a dos voces para la muerte
Nocturno para una sombra II
A Alexéi Tellerías
Las cartas están echadas
--Acepto otras muertes--
la torre, la luna, el juicio final;
--La muerte peregrina--
es el amanecer de los silencios
--La muerte sangre, éter, vida--
de todos los cuerpos que he habitado
--La muerte viene, previene, reviene y se viene—
devorados en cada noche lunática
--la muerte me seduce, la beso, me acaricia--
gota a gota, verso a verso, maleficados.
--nos amamos--
A lo lejos, la música de un burdel arrulla otredades asesinas
--y te reinvento hasta la muerte.—
mientras mis dedos, tus dedos, lunean el secreto de sus calles,
--Aún así quiero soñarte—
multiplicándonos en cada sombra, en cada callejón, en cada pliegue
--quizás morirte o parirme entre mis sábanas—
habitándonos en los recodos del pasado carne, del ahora siempre
--Como una sombra desvanecida—
perdidos en mi sarcófago, en mi libro de las sombras,
--En el nocturno de un poema—
hasta la eternidad de una isla perdida en su silencio.
--y seguir mi camino entre miradas, sombras y palabras.—
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