lunes, febrero 04, 2013

En homenaje a Jose H. Caez Romero

 

José Cáez Romero**
 
Divo, divinidad, arte, gracia, esa sonrisa pícara-cautivadora, magia y presencia, talento, bunda en abundacia de la buena, honradez, entrega. Tanto que decir de mi compadre y hermano Jose Cáez Romero como ser humano y escritor. Por sus obras los conoceréis, dicen. Así lo conozco y me honro de su amistad. Fue hace quizá un lustro, que visitando el blog de un muy joven Jose (aun dicen que lo es) me topé con un cuento de pasión y misterio, le deje mis comentarios y de allí fue surgiendo una amistad humana, real y apalabrada que nació desde el mundo cibernético al humano, al de carne, las risas, también lágrimas, abrazos y cariño. Tanto que José es el padrino de mi hijo Miguel, y miembro vitalicio de la cofradía del aquelarre.
Porque, además, Cáez posee una conciencia como educador comprometido, que tanto falta en Puerto Rico, necesitamos que una educación de calidad saque a nuestros jóvenes de la violencia urbana, de la apatía, de la falta de proyecto de vida, de tanta mierda sin sentido. José Caez en una entrevista que le hice para el PostAntillano me expuso que: “Para trascender como país, para liberarnos de tanta carga negativa, tenemos que evolucionar, educarnos.” Así también lo creo. Y es que José es una persona cariñosa, honesta, desprendida, buen conversador y seguro de sí mismo, que huye de la obviedad con la que se enmascaran quienes temen exponerse a la libertad de ser, que en fin es ponerle límites a la vida como sociedad. Límites que no existen para un buen escritor, no se puede escribir para complacer a todos.
Además, para quien desconozca posee la mejor colección de cine de Bette Davis, es un gran lector del tarot, tiene experiencia en teatro y hasta puede bailarnos un flamenco. Todo esto también está marcado en su obra literaria.
De su poesía, que es lo que tratamos esta noche, afirmo sin dudas que trabaja magistralmente la sensualidad erótica, la hipersensibilidad, el amor, la lujuria y el ritmo en versos desnudos de falsos artificios más allá de la piel de la palabra, así son los poemas de Maretazo, su primer poemario publicado, lleno de un intenso lirismo y un dominio total de la palabra, de las imágenes como de la propia marejada del cuerpo. Y es que este joven poeta y cuentista vive con intensidad la creación literaria y el arte como si fuesen su propio acto vital, como respirar, comer y amar. Aquí se funden influencias de Julia de Burgos, Angelamaria Dávila, entre otros poetas. Cito unos versos:
“Me hablas del mar en mi cuerpo,
sus bravas bahías despobladas
donde colonizas con tu mano mi inocencia.”
J.H.Cáez
Termino estos breves comentarios con las palabras del escritor cubano Jose Piedra acerca del Maretazo de José Cáez:
“Mar, marea, mar grande a retazos, reto de amar y golpe de mar, maretazo… el mundo de la lírica vista desde una isla, un archipiélago, un mundo compartidos con nosotros a través de la poesía. Un libro erótico, explicito, pero sin despliegues gratuitos de carne, ni nostalgias ni sensiblerías, que surge de un autor en su segunda década de vida y, al parecer, siglos de cultura a nivel nacional e internacional intuidos sensual e inteligentemente.” Que más decir de nuestro colega, sino que viva la poesía, que viva el poeta José Cáez Romero y muchos años de literatura para ti, para nosotros…


 
 
Yo no quise decirle adiós a tu boca
Pero es preciso desnudarse y encontrar el trillo creado por las huellas
De los amantes que no dudan
Angelamaría Dávila
Yo no quise decirle adiós a tu boca. Entrometerme para siempre en ese espacio que flota ambiguo y que, a la vez, desciende abismando el silencio, o también el ruido. A esta hora, como si fuera el siempre que juramos, mis manos insisten en perseguir y leer la huella. Yo la verdá, no quiero treparme por las paredes a construir telarañas que atrapen sueños, o sigan su curso milenario de polvo y muerte seca. A veces, nos olvidamos de las arañas, o nos habituamos a su presencia diminuta, a su mirada octojerosa siempre al acecho. Aquí estoy yo, solo con mi yo y mis otros yo, resistiéndose a los noes que el cuerpo por voluntades de la sangre impone. Quizá me invente una araña. Yo no quise NUNCA decirle adiós a tu boca, al tacto que por fin entendió mi ruta de árboles, de manzanas, mi ruta mancha de tintas y acuíferos destinados a la sombra. Yo no quise, pero ¿quién entiende de razones? ¿Quién busca lo cuerdo dentro de las máximas, dentro de ese pensamiento colectivo que alguien se inventó como felicidá, como amor? Yo no quise decirle adiós a tu boca, pero la Luna grave de aquella noche me cercó entre aguas encendidas. La tonada bolérica de los grillos raspó la cáscara de mi entraña. Se arquearon las manos para recibir el minuto primero que nos existió estándonos presente. A esta hora, como si fuera siempre, recuerdo la promesa de parasiempre. ¿En qué lío he metido la marcha que me sigue los pasos? ¿Hacia qué pájaro, hacia qué pluma, hacia qué aire levitando te fuiste? En qué remoto país ha de trascender la bestia de tu lengua. Yo no quise decirle adiós a tu boca, pero fue ella quien se marchó diluyendo para siempre las sílabas que nos inventamos para el frío. José H. Caez
 
 
** Esta fue mi presentacion y lectura sobre el poeta Jose H. Caez durante la actividad de la Sociedad de los Poetas Vivos, un homenaje estuvo dedicado a estas tres voces emergentes: José Cáez, Javier Febo y Alejandro Álvarez en diciembre del 2012

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