Primera fila
La tímida seducción de Ana María Fuster Lavín
PRIMERA HORA > ASI
sábado, 10 de diciembre de 2005
por Nelson del Castillo PRIMERA HORA
Juega con sus manos como si quisiera protegerse de algún miedo inconfesado. Sonríe tímida a través de su mirada y se vuelca hacia sí misma. Sonríe otra vez como seducida por sus temores.
La escritora Ana María Fuster Lavín tiene motivos para celebrar, mas controla la eclosión interior que le produce tener en las manos su nuevo libro de relatos, "Réquiem", que contiene doce capítulos, uno menos, recuerda, que los movimientos del "Réquiem" de Mozart, que nunca llegará al final, contrario a su obra.
"Sí, me atrae mucho la muerte. No sólo la muerte física, sino la espiritual... la muerte son los distintos cambios en la vida de uno, en la vida de la sociedad", afirma para sostener que tras cada muerte hay un renacimiento.
En el proceso de transmutación, Ana María Fuster Lavín siente cierta fascinación por "trabajar el lado oscuro de las personas, lo que no queremos demostrarle a los demás, nuestros terrores personales, nuestras supersticiones, nuestras fantasías", consciente de que "hay un elemento de la muerte en esas fantasías, en los sueños, por lo que cuando uno se despierta es una muerte de su propio sueño".
El nuevo libro de cuentos de esta joven escritora, que este viernes fue puesto en circulación por Isla Negra Editores, es la historia de "una familia maldita" que se ofrece con una especie de secuencia cinematográfica, de un thriller. "Tiene mucho del culto a los muertos, el culto a los fantasmas, a lo desconocido, hay santería, hay católicos protestantes, hay una madeja bien interesante", revela la también autora de "Verdades caprichosas", que vio la luz en 2002.
A la par con la narración, Ana María Fuster Lavín cultiva la poesía, género que la apasiona pero al cual le tiene gran respeto porque "conlleva un trabajo más fuerte".
"La poesía va de la mano con la música y más en un país tan musical. La narrativa y el cuento también tienen mucho ritmo. Un réquiem es una pieza musical. Cuando lo escribí pensé en réquiem, pero en el réquiem de Mozart que es más fuerte, más intenso, pero mezclando el réquiem con el ritmo más de rock. Este libro terminé de escribirlo con los ritmos de la vellonera, tiene su balada, su reggaetón, su hip hop. Y eso lo aprendí con un grupo de poetas jóvenes", manifiesta la autora mientras pasa sus manos sobre varios libros que tiene en la mesa.
Ana María se describe como "una persona muy fajona, muy disciplinada en unas cosas, muy despistada en otras", a la vez que trabajadora porque "soy mamá", anticipa antes de referirse a su hijo Miguel de cuatro años, quien le proporciona "mucha alegría interior".
"La creación muchos escritores la ven como un sufrimiento y es un acto que te da mucha felicidad. Mi hijo me provee mucha magia. Ahora estoy haciendo un proyecto de 'Cartas para mi hijo', pero son de denuncia social, escritas para cuando él sea mayor, pero publicándose antes porque en realidad es para que lo lean más personas", confiesa en diálogo con PRIMERA HORA.
Ana María Fuster considera que "todos los libros tienen su misión", a lo cual se suma el compromiso del escritor con la sociedad que habita. "'Réquiem' fue un libro pensado más a modo de cinematografía, de ver para contar una historia, para seducir al lector. Hay cuentos y bocetos para denunciar situaciones que suceden todos los días y no las queremos ver. Otros son para jugar con el ritmo. También hay cuentos que juegan con el erotismo, con las dualidades sexuales, es provocar y cada vez hacerlo mejor".
Ante el planteamiento de que hay quienes consideran que en la literatura lo importante es la estética, no la denuncia ni la aspiración a la transformación social, la escritora puertorriqueña considera que "tiene que haber un balance".
"La literatura es arte y tiene que haber una estética, tiene que haber originalidad en esa creación pero siempre cabe la denuncia, sin que se convierta en un panfleto. Siempre uno tiene que ser consciente de que está creando arte, ya sea para entretener al público, para abrirle los ojos, crear una estética particular, pero creo que cabe la denuncia. Un escritor no puede tener miedo, se tiene que desnudar y atreverse. Un escritor con miedo no llega a ningún lugar", establece.
La narradora, que para enero próximo vislumbra lanzar "El libro de las sombras", igualmente con Isla Negra Editores, afirma que en la nueva generación de escritores existe "compromiso social", lo cual se evidencia en sus creaciones literarias.
Amante del arte, la música, "una copa de vino una noche con un grupo de amigos o con sólo uno y conversar", Ana María Fuster Lavín se describe como "una persona muy tímida, pero cuando voy cogiendo confianza me fascina la conversación, la tertulia, la bohemia", tal vez porque al mismo tiempo teme "a la soledad, a la miseria, a que nos sigan humillando como pueblo y que la gente no hiciese nada, a la asimilación, a la crueldad entre unos y otros".
Esta escritora nacida en San Juan hace 38 años y que se describe como "una persona agnóstica", convencida de que "cada cual puede tener su propia espiritualidad, su propia ética", advierte que ser mujer en este siglo XXI "conlleva otras luchas personales y la vida se complica al ser madre soltera con un hijo, un tipo de responsabilidad que normalmente no tiene un hombre".
Ana María Fuster Lavín vuelve a sonreír tímida, deja fugitiva su mirada y entrelaza los dedos como para aprisionar sus temores o quizás las palabras que todavía faltan por decir y que nunca dirá, al menos en esta ocasión, consciente de que el silencio también es un modo de seducción.
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