viernes, febrero 23, 2007

Un acróstico de la eternidad de la palabra--Leticia Ruiz



Un acróstico de la eternidad de la palabra
(Leticia Ruiz, Aguadilla, Puerto Rico)

El libro de las sombras (Isla Negra editores, 2006) de Ana María Fuster Lavín nos inserta tras su auténtico nocturno, dentro de la vía mítica precisamente por su profunda humanidad y mirada. Cual Orfeo, sube y desciende a las profundidades para luego de ver, rescatar su verdad filosofal si retomo las palabras de María Teresa Bertelloni, en su Epistemología de la creación poética.

En principio, perturba y confunde… su claro erotismo en cinemascope. Cuando la cámara acerca su lente y focaliza… los dedos de la escritora conminan no sólo a escuchar su polifonía sobre el papel sino a disfrutarlo. En éste vierte su sangre y su renacer por ello se nombra: “madre tierra o Afrodita”, gestora de canciones para acunar esa ciudad que silente aún no encuentra ni su rumbo ni su voz. Ella, no obstante, como diosa poeta que ha alcanzado su plenitud impreca con sus nanas a modo de réquiem, y la insta a abandonar el miedo y a que se moje en la lluvia para que vuele… y cual Palés anuncia su muerte por no hacer nada. Este entronque con la historia literaria isleña llena de inmersa posibilidades lingüísticas y sociológicas el contenido de este singular texto. Rememorando la ruta de Francisco Matos Paoli, Julia de Burgos, Francisco Lluch Mora y otros que en un decir muy suyo y cual visionarios del verso, reencontraron caminos a través de revelaciones cuya palabra misma develaba por ser ciertamente, su fuente.


Así, esta iniciada voz canta a su pueblo: y en mi vientre poblado de palabras/ amanece nuestro nombre y apellido; para ciertamente alucinar y proclamar cual diosa y profeta tal cual Juan el vidente y evangelista, la palabra como origen y fin de todas las cosas. Señala que su nombre será el acróstico de nuevas redenciones…descubre el misterio de la eternidad en la palabra. Ella se conoce y conoce. Lúdica y provocativamente recorre un thriller fantástico y alucinante del andamiaje sensual a través del tiempo; consciente de todo, canta como ninfa:

Una espada de fuego rompió mis cadenas;
una sonata de Beethoven sobre mi espalda;
unas manos de hombre apalabrado descubriendo mis pechos,
recuperando el manantial de mi vientre;
reviviendo las cataratas de palabras.


Es una mujer de su tiempo, libre. Su voz ya no se supedita a nada ni a nadie. No me cabe duda alguna que ni Neruda ni Borges hubiesen podido detener su decir. Es la Selene ardiente cuya luz protectora de libertad creadora acuña en su casto y castizo decir un canto de vida a una ciudad constelada para que resurja de las tinieblas. Es una Artemisa de nuevas historias, y cual Circe también, seductora, capaz de convertirla si la contradice, en hombre común u otro animal de su jardín. Sin pasiones, sin ilusiones, sin palabras… a pesar de su otro deseo: desmitificar soledades cautivas y estimular la grandeza de su espíritu.

Sin reparo de clase alguna, sostengo que con este nuevo poemario, la historia literaria puertorriqueña se enriquece nuevamente al recibir un nuevo legado cuya identidad y genuino verso español acopian los más profundos rasgos de un acontecer histórico literario que no sólo nos retrata sino inserta dentro de la cultura globalizante de las letras y nos distingue con genuinas señas. Enhorabuena… Ana María, recibe mi abrazo. L.R.

Leticia Ruiz Rosado (poeta y editora puertorriqueña )




Foto--Miguel, Ana María Fuster y Leticia, en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Aguadilla


Aprendiz de poeta

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Sólo abre la ventana y respira la luz del sol,
los dolores se evaporan poco a poco, gota a gota,
con la brisa dulce de tus montañas
con las manos de un mar de sueños
o con mi sonrisa de duenda veloz,
que pinta de magia
los rincones anónimos de mil errores,
o para regalarte un arco iris
en la esquina de un bar,
para que bebas de mi alma.

Sólo soy aprendiz de poeta
cantando por las calles de mi barrio
versando vidas en las catacumbas de un trabajo
haciendo el amor a las rutinas
para fundir los miedos a fuerza de versos
para cantar a las mentiras
de un gobierno decadente
para ponerle el cascabel
a la hipocresía globalizada
o, quizás, tan sólo,
para besar nuestros recuerdos clandestinos
cantar juntos la canción de la locura
en una tarde cualquiera,
desnudarnos bajo las estrellas
y anidar en la primavera de un poema.



Ana María Fuster

4 comentarios:

JCB dijo...

"...haciendo el amor a las rutinas
para fundir los miedos a fuerza de versos..."

Very powerful statement! Made my heart sing a very sad song...

mentecato dijo...

Un abrazo desde Chile para tu maravillosa poesía.

PEREGRINO dijo...

Saludos querida Ana. Derfinitivamente hay que hacer acto de presencia alli. Si nada extraordinario ocurre...alli estare.

A tu salud...

Ana María Fuster Lavin dijo...

J. Colon-Bilbraut, son tan fuertes las palabras, como los sentimientos mismos... un beso

Mentecato, también un abrazo para ti desde el caribe

Peregrino, te agradezco con el alma tu bella amistad, por compartir una noche de versos y sombras...