lunes, abril 07, 2008

Emilce Strucchi y su Andar Ligero- secretos, dolores y pasión desde un sobre cerrado


El viernes pasado 4 abril de 2008 se presentaron en el Chateau Rouge de Río Piedras, tuvimos de invitados a dos emocionantes y talentosos escritores argentinos y sus novelas La noche más polar de Daniel Trevini (a cargo del escritor Emilio del Carril) y Andar Ligero de Emilce Strucchi (a quien tuve el honor de presentar).
La actividad estuvo organizada y dirigida por la poeta Mairym Cruz Bernall



Reflexión sobre un Andar Ligero de Emilce Strucchi.
Novela testimonial.



“Foco. Hacer Foco. Más. Enfocar con los lentes y con gran lentitud visual. Mirar con tanto esfuerzo hasta que se te achinen los ojos. Es peor en medio de una tormenta porque entonces hace falta concentrarse mucho más. Ahora, adelantar un pie, inclinarse como un junco para estirar el cuello. Dejar que el cuerpo se entregue a la búsqueda …” así comienza la novela Andar Ligero de Emilce Strucchi.

Una cámara de 35 milímetros va persiguiendo la voz narrativa, las imágenes que son su vida, y esta voz se va acercando tanto que sientes la necesidad de entrar en la pantalla del cine, y tomarte un café con la protagonista; ser su confidente, acompañante en este camino de amor, locura y muerte que es vivir. En este momento de la lectura tan sólo deseamos escuchar sus revelaciones desde las más cotidianas hasta las más íntimas desde la infancia no exenta de ternura tampoco de dolores, así se palpa este Andar Ligero, musicalmente como un tempo andante en ocasiones piú vivace. Esta novela es un grito narrativo, pero también un texto colmado de imágenes líricas de una mujer intensa; la locura de ser escritora y emplear la poesía como ayuda para poner los pies en el piso del autorreconocimiento, de la reafirmación del ser interior. En este punto es que Emilce Strucchi interseca a la poeta con la narradora, pues un género se nutre del otro.

En Andar Ligero un sobre marca el inicio de un ir y venir de memorias, de sus calendarios y diarios sin apenas bajarse en páginas y páginas de un viaje en colectivo, nuestra guagua, donde ocurre casi todo el primer plano de acción de la obra. El segundo plano de acción transcurre en un fluir testimonial, como una forma de alejar ese futuro inmediato, por lo incierto que se presenta. En el caso del libro, ese futuro inmediato y temido radica en un diagnóstico médico oculto en el interior de dicho sobre.

¿Abrir o no, ese sobre? Es como tomar la decisión de enfrentarnos a nuestros miedos, errores y hasta a la propia muerte desde un espejo tras espejo tras espejo, donde todas las imágenes reflejan al propio yo. El yo de Patricia, la narradora.

Seguimos penetrando la novela, compuesta de oraciones en su mayoría cortas como suspiros, asumiendo la intermitencia de las memorias, se va montando la estructura del texto. La narradora nos revela en un tú a tú, su infancia a puro golpe, y hasta duelen las palabras, la incomprensión de ser un yo cabal. Y me pregunto ¿qué poeta se ha sentido totalmente comprendido desde el mundo exterior a sus manos?

Así encontramos a la narradora poeta, desde su novela de género testimonial, testimoniando su caminar por la vida, desde la entereza a la enfermedad que irónicamente y cito a la autora es “una invitación a la ternura”… Andar ligero, nos invita a esa ternura, radicada en la vida integral y sincera de la protagonista, la Dra. Patricia Leritti, título que le costó muchas horas de vida, y dentro de sus complicidades, nos reafirma que éste sólo le sirvió para buscar trabajo, igual que a la mayoría de nosotros.

Novela testimonial, lírica, y tan dura como humana, Emile Strucchi nos presenta su yo-personaje (pues el autor siempre es y no es su personaje) y cómo su propio anecdotario que puede ser y no del autor.

Nos dice el estudioso cubano Miguel Barnet que considera imprescindible en la ejecución de la novela-testimonial la supresión del yo, del ego del escritor o del sociólogo. Habla de una supresión de la discreción en el uso del yo, en la presencia del autor. Dice que el autor debe «despojarse» de su individualidad, para asumir la de su informante. En ese caso ya no es Emilce Strucchi, sino Patricia Leritti la testimoniada.

Nuestra informante nos lleva por el mundo de Patricia, cómplices de su película, en ese girar de memorias, ilusiones, belleza, mucho dolor, amor, sexualidad, su desarrollo humano; los hijos, y hasta un asalto en el supermercado, todo llevando una y otra vez a esa noticia, un sobre que revela un diagnóstico médico, una sobrevivencia o supervivencia, una construcción, deconstrucción y reconstrucción de ese yo testimonial .

Así se me antoja citar un fascinante párrafo de la pág. 35.

“… La historia se siente tan incompleta… Y más aún si pienso que Adelabuela. Lo único que me dijo sobre sí, es que había tenido un gran amor anterior a Pietroabuelo, un amor de los que no se olvidan. Un poeta enamorado de Adelabuela. Hombre prohibido, por su oficio inútil, para mantener una familia. Pietro, en cambio, era trabajador y conocía el sufrimiento de la tierra. No sé si ahí estará la raíz de los secretos. Los secretos son como un suicidio sin cartas para destinatarios. Y tienen una fuerza bestial, porque el futuro no existe.”

Secretos-futuro, aquí está la clave de su voz y esencia, que nos revela con realismo y mucho lirismo, su secretos, dolores, pasiones, miedo a engordar, miedo a morir, para aferrarse a un futuro, a sobrevivir, a amar intensamente desde la propia piel, piel a piel con el amado, los años pasan y ¿cómo reconocernos en nuestro propio pasado?

Aquí llegamos a otra cita, página 84
“Alguna vez, cuando recién empezaron a caerse los años como perlas, escribí como al descuido en una servilleta, no sé por qué lo recuerdo ahora, algo que con el tiempo me pareció un apunte sobre mi vida:
años hermosos para olvidar
años de andar ligero, como el fuego de los cuerpos
años para saldar cuentas
años que al fin, se caen…”


Aún no queremos abrir ese sobre, seguimos montados en el colectivo, la guagua, compartiendo el otro lado de la pantalla cinematográfica con la autora. Aquí Emilce Strucchi es maestra en ese arte de no olvidar a través de Patricia, porque el testimonio es una forma de sobrevivir, aún cuando el fatalismo esté latente, aunque la propia Patricia piensa en lo peor, ese fluir de los recuerdos, es una forma de aferrarse fuerte y potentemente a la vida más allá de la locura, desde una mente poética, crítica y creativa de la narradora. Es un libro cargado de enseñanzas y consejos desde sus acotaciones y meditaciones, sin pretensión de cantaletear, si no un fluir de la mente, de la poesía, un despojo de los dolores, por citar algunas:

1. Un secreto se parece siempre a una derrota
2. Los huecos son como los enigmas
3. No hay duda de que la culpa es y siempre será un animal furioso, desamparado: la culpa no tiene límite.
4. ¿qué es la muerte, decime, qué carajo es la muerte?
Silencio, silencio. Nada. La muerte es piedra blanca, es mármol blanco, digo y repito muchas veces con la voz queda. La muerte es del blanco más puro, la ausencia de color…



Es en definitiva una novela sublime desde su lirismo, estructura y desarrollo, ¿a dónde llega el libro? ¿abriremos el temible sobre que se encuentra en la cartera de Patricia? No les vamos a revelar el final del libro, eso se lo dejo a sus lectores. Gracias a Emilce Strucchi por su novela y mucho éxito.

Ana María Fuster


Testimonio de mujer


A Emilce Strucchi, en su Andar Ligero

Andar, andar ligero, seguir…
leer o no un diagnóstico, no altera los colores:


el silencio blanquea la vida, también la muerte
y me visto de negro limpio y prolijo
mientras Van Gogh revoluciona los colores
como yo mi destino.
Llueve,

y me pregunto:
Si habrá distintas categorías de suicidas,
Si esta avalancha de recuerdos ahuyenta el destino,
Si tan sólo puedo evitar sentir hambre o la angustia de engordar,
tal vez encuentre el póker de ases en ese sobre que temo abrir.

Llevo un pesado cargamento de piel:
de memorias rescatadas, otras perdidas,
de ternuras necesarias,
de pérdidas y dolores;
para construirme y reconstruirme
parada tras parada asomada a una ventana.
Podría bajarme, rendirme, dejar de andar,
pero huyo de la insignificante libertad del miedo
y respiro la libertad de las decisiones,

sobrevivir de cuerpo y alma,
libre mujer, resucitada de mi misma…


Ana María Fuster

7 comentarios:

Emily dijo...

Recibe mi enorme gratitud, con todo cariño, desde Buenos Aires.

Emilce

Gustavo Tisocco dijo...

Leer a Emilce es leer alta poesía.
Para mí una poeta fundamental de la poética actual.
Un abrazo Gus...

macedonianos en Casa Scherpa dijo...

estoy esperando leer esta novela, Emilce!!!, segurmanete será un texto intenso, como tu poesía; hermoso también comentario y el poema de Ana María. Gracias por tu invitación a leerlos, un saludo a las dos y todo mi cariño,
Roxana

Unknown dijo...

Cara Emilce,

Espero com todos verbos conhecer tua novela.

Grande Abraço;

Eduardo Strucchi

CARLOS ANIBAL dijo...

Querida Emilce: desde el permanente recuerdo te saludo y abrazo Carlos Arboleda, Montevideo- Uruguay.

CARLOS ANIBAL dijo...

Querida Emilce: desde el permanente recuerdo te abrazo, Carlos Arboleda

Arlene Griselle dijo...

HERMOSAS LETRAS. BUSCARE UNO DE SUS LIBROS PARA LEER MAS.

SALUDOS

ARLENE GRISELLE