La Revista
Palabra presente
El aquelarre de palabras
Por Ana María Fuster Lavín / La autora es una narradora y poeta puertorriqueña. Su libro más reciente es el poemario ‘El libro de las sombras’ (Ed. Isla Negra 2006).
Boceto para el amanecer de un libro
A Alberto Martínez-Márquez
El susurro de la sangre llenaba la habitación de palabras; él persiste en su infame intento de recordar todas las contradicciones de sus instintos. Los espíritus de sus víctimas rugen acompasados con la tenue brisa que anuncia la madrugada, capturan su silencio y tratan de confundir al hombre en su misión. Aunque trastoquen su guarida, él es ya un semidiós obsceno; las voces van ‘in crescendo’, pero ha logrado dejar sordos a sus personajes… Pasan las horas, la soledad es tanta que la sangre rodante es un vapor denso y las palabras fluyen sincopadas. Él, por fin, se ha mirado sus manos y, a pesar de estar cansadas, los espíritus temen. Él lo sabe y sólo así puede capturar sus contradicciones. Sangre y voces, sombras y palabras comienzan a gritar, pero ya no se escuchan. En la habitación comienza un aquelarre invocado por la lujuria de un reloj de arena que confunde el principio y el fin de los personajes, pero el hombre sigue su misión sin divagar, controlando los deseos de olvidar su trabajo. Mira su reloj digital y sonríe, les ganó a las horas. El flujo de palabras ha logrado su epílogo, logró terminar su libro de cuentos, el editor lo espera cuando los rayos del sol dancen en el cénit. Comienza a amanecer, la sangre se coagula, los espíritus fueron vencidos. Las palabras, entretanto, siguen su vuelo de regreso a la sangre y el escritor apaga la computadora.
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Óleo en fondo claroscuro sobre ciudad sin sueños
Para Ricardo Ávalo
La ciudad oscura había perdido los sueños, sus habitantes expiraron la última sonrisa aquel día en que el cielo amarilleaba el fin de las ilusiones. El lago frente a sus inmensas estructuras reflejaba sobre sus aguas enlodadas obituarios divididos entre el aroma a muerte y a rutinas. Nadie conoce a nadie, tampoco los labios hacían poesía, las mentes no dibujaban el alma de la otredad en ese preciso instante del enamoramiento. ¿Y quién puede soñar bajo el yugo de las rutinas? Sin destino un día tras otro, las horas son relativamente sinónimas de cualquier semana, los minutos equivalen en la justa medida a los meses monocromáticos.
Y de las tinieblas surgió el milagro. Sonará a titular de periódico eclesiástico, pero en efecto ocurrió, cual revelan las crónicas encontradas en una botella posiblemente arrojada en un tiempo indeterminado. Todo comenzó en una esquina; el blanco clareaba. Las personas que aún no habían enterrado la esperanza abrieron sus ventanas y comenzaron a vestir de otros colores. Otras aseguraron haber escuchado la risa de una poeta que logró escapar del manicomio, recluida allí por más de trece años por haber escrito un poema que empleaba la palabra orgasmo. Los demás salieron a comprar gafas de sol; al no estar acostumbrados a los destellos, sufrían de cosquillas en la córnea y descontrol urinario, pero reían. También liberaron de la cárcel a un profesor que había pintado un burro en la pared del más alto foro judicial de la ciudad, un día en que la jurisprudencia dictó la necesidad de vestir de negro, estar en casa a las siete de la noche y que sólo los mayores de cincuenta y tres años podían tomar una cerveza los terceros sábados de mes, siempre y cuando sus mujeres tuvieran la menstruación. Comienza a escucharse música liberándose de los apartamentos; dicen que cinco legisladores y el ayudante especial del alcalde se suicidaron aterrorizados. El alcalde y los otros cinco, por su parte, compraron una botella de ron y bajaron una película porno de internet. Finalmente llovió después de tres primaveras de sequía.
El amarillo ya no opacaba, sino que su brillo contrastaba con los negros edificios que se tornaban poco a poco grises y luego blancos. Renacían los graffitis y los carros de colores. Unos salieron en chancletas a la calle (había estado prohibido por indecencia); otros más en ese instante proclamaron al hacedor de milagros. Ya no había marcha hacia atrás, el cuadro estaba terminado, los habitantes de la ciudad oscura estaban iluminados. Amaneció. El pincel y su pintor se habían rebelado.
Estos dos microcuentos de Ana María Fuster fueron publicados en el periódico El Nuevo Día, suplemento La Revista, domingo 29 de abril de 2007
pertenecen al libro inédito Bocetos de una ciudad silente
Cuadro de Ricardo Avalo
http://www.endi.com/noticia/la_revista/vida_y_estilo/el_aquelarre_de_palabras/204970
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Felicitamos con amor y entusiasmo a la amiga grande Yolanda Arroyo
oricua a Bogotá
Por Mario Alegre / malegre@elnuevodia.com
Yolanda Arroyo Pizarro fue incluida en el proyecto “Bogotá 39”, en la llamada “Capital Mundial del Libro”.
La puertorriqueña Yolanda Arroyo Pizarro fue incluida en la lista de los 39 autores menores de 39 años preparada en Bogotá para destacar a la nueva generación de narradores latinoamericanos, grupo que viajará a esa ciudad en agosto próximo.
La lista fue confeccionada por una votación abierta al público y por la selección de un jurado integrado por Piedad Bonnet, Oscar Collazos y Héctor Abad, quienes definieron así lo que ellos llaman “el nuevo grupo de escritores más representativos de la literatura actual en el continente y el Caribe”, según un comunicado de prensa enviado desde http://www.bogotacapitalmundialdellibro.com. en el marco de la programación del proyecto Bogotá, Capital Mundial del Libro.
La puertorriqueña unió su nombre al de colegas como Andrés Neuman (Argentina); Rodrigo Hasbún (Bolivia); Verónica Stigger (Brasil); Alejandro Zambra (Chile); Juan Gabriel Vázquez (Colombia); Wendy Guerra (Cuba) y Leonardo Valencia (Ecuador), entre otros nombres.
El resultado de Bogotá 39, incluyó tres argentinos, un boliviano, cuatro brasileños, dos chilenos, seis colombianos, cuatro cubanos, dos ecuatorianos, un salvadoreño, un guatemalteco, cuatro mexicanos, un panameño, un paraguayo, tres peruanos, un puertorriqueño, un dominicano, dos uruguayos y dos venezolanos. En la lista hay 11 mujeres de diversas nacionalidades.
Según explica la nota, “una literatura mayoritariamente urbana, con fuerte presencia de la novela histórica, así como influencia de la música, el erotismo y de acento intimista en muchos casos, fueron algunas de las características que encontró el jurado en el grupo de más de 150 autores que fueron nominados”.
4 comentarios:
Dejo un abrazo otoñal.
MentesSueltas
Ana, gracias por tu apoyo de siempre. Leí El Aquelarre en La Revista, me dio gusto encontrarte allí. Besos miles.........
Mentes Sueltas, gracias por tu otoñal abrazo, te envío el mío primaveral!!!
Yolanda, querida, te mereces mucho más, y lo que está por venir es grande, prepárate... por el momento a escribir, amar y vivir...
un beso
:)
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