lunes, junio 11, 2007

René Pérez Martínez: La literatura puertorriqueña en la Internet:

La literatura puertorriqueña en la Internet:
Minihistoria general y algunos comentarios para cuestionar el encanto...


René Pérez Martínez
ESPECIAL PARA EN ROJO


Hablar de cualquier cosa relacionada con la Internet requiere un espacio casi tan grande como el cibernético, y dado el hecho que el presente no es uno virtual, lamentablemente una discusión extensa sobre los diversos aspectos que se deberían considerar cuando se trata el tema de la literatura puertorriqueña en la Internet sería del todo imposible. Por lo tanto, teniendo en cuenta los límites espaciales de este ensayo y que en este párrafo voy a perder alrededor de ciento tres palabras, decidí obviar información que resultaría igualmente valiosa para concentrarme en algunos detalles que pueden ser interesantes y otros un tanto más preocupantes.
Como estoy casi seguro de que lo que esperan de un texto como éste es una especie de esquema cronológico y estadístico de lo que ha estado pasando con la literatura puertorriqueña en el ambiente cibernético durante los últimos años, voy a complacerlos dedicándole unas cuantas líneas a tal asunto en la primera parte de este escrito.

Sin embargo, para mí resulta mucho más importante compartir con ustedes las inquietudes que este tema me ha estado provocando a lo largo de más o menos un año y que, a medida que la tecnología cibernética adquiere más fuerza y acapara más niveles de nuestra cultura, se ha convertido en una preocupación tan relevante como ésas que repiten cada día en todos los medios de comunicación de una forma ridículamente insistente. Por eso, he decidido dedicarle la segunda parte de este mini-ensayo a analizar lo que se podría denominar: las “consecuencias nocivas no-(necesariamente)-intencionadas” de estos proyectos cibernéticos.

Inicios en la red


Ante lo que a primera vista aparentaba ser una serie indiscutible de ventajas nunca antes imaginadas, entre 1995 y 2003 varias personas comenzaron a percibir en el medio cibernético un sinnúmero de posibilidades para todo lo que tenía que ver con la literatura puertorriqueña. Qué mejor que la libertad de almacenar cantidades casi infinitas de datos, la facilidad de crear espacios alternos para la publicación de textos, la manera tan rápida como instantánea de llegarles a un número de usuarios a nivel internacional que se multiplica a un ritmo exponencial en cuestión de semanas, la comodidad de poder trabajar desde la tranquilidad de la oficina o la casa, y todo esto sin tener que incurrir en otros gastos que no sean pagar una computadora (con cargos de manejo y franqueo, y garantías extendidas si aplican), pagar por el software y el hardware necesario, pagar una cuenta de Internet, pagar para adquirir una cuenta en un servidor, pagarle a un “webmaster” para que diseñe y maneje la página, pagar una suscripción continua de programas “antivirus”, pagarle al técnico cada vez que a la computadora le da un yeyo, pagar por la electricidad que consume la computadora, pagar emocionalmente por todos los pagos anteriores, etcétera. Pero claro está, muchas veces estos gastos no son necesarios, o al menos las aparentes ventajas de esta tecnología parecen opacarlos. Es por estas razones (y muchas otras) que comienzan a surgir en Puerto Rico proyectos cibernéticos de considerable importancia, manejados principalmente por escritores y personas relacionadas de una forma u otra con el mundo académico.

Alrededor de 1995 Luis López Nieves lanza Ciudad Seva, proyecto que ha pasado a albergar una de las bases de datos literarios más importantes en la Internet. A partir del año 2001, Alberto Martínez-Márquez comienza a trabajar en espacios de publicación alterna y archivos tan indispensables para la literatura puertorriqueña como Letras Salvajes y Poeta Invitado. Por su parte, Mario R. Cancel, otra figura importantísima en el ciberespacio, comenzó a editar desde este mismo año el portal Desde el Límite. Un poco más tarde, con el ánimo de crear un espacio relevante para los escritores jóvenes, en 2002 surge En la orilla, proyecto dirigido por Ángel Matos.

Ya en 2003 los progresos técnicos en el mundo de las computadoras y los costos relativamente menos elevados de las tecnologías relacionadas con el mismo, entre muchísimas otras razones, permitieron que surgieran cada vez más proyectos literarios cibernéticos en Puerto Rico. También seducido por las aparentes ventajas del medio, decidí comenzar a editar La obra del día, un portal cibernético con un formato de diario para la publicación, tanto de autores reconocidos, como inéditos. Un poco más tarde, Mario R. Cancel y Maribel R. Ortiz crearon dos espacios de gran importancia: Narrativa Puertorriqueña y Todos los gatos. Cabe señalar que casi todas estas páginas, si no todas, les han dedicado su espacio a la poesía, al relato, al ensayo y a textos experimentales, no tanto así a géneros usualmente más extensos como la novela y el drama.

Por otro lado, las revistas que habían surgido en estos años, como: Zurde, Puñal de Epifanía, pastiche, Tonguas, y algunas otras, incursionaron también en el ciberespacio, pero más bien con el ánimo de promocionar sus proyectos y de facilitar la comunicación entre sus colaboradores y no con el propósito de crear nuevos espacios alternos en la Internet. Esto es así porque sus intenciones estaban dirigidas, sobre todo, a la planificación y organización de actividades presenciales y no virtuales.

Es también en 2003 que comienza a concretizarse el fenómeno que ha convertido a la Internet en un medio aún más popular: los “blogs”. Gracias a lo fácil que resulta manejar un “blog”, las capacidades de espacio virtual que ofrece, las posibilidades de personalización que le brinda al usuario, entre otras ventajas, un número considerable de autores se han sentido atraídos por el concepto.
Al día de hoy la cantidad de escritores puertorriqueños que manejan su propio espacio, sea mediante el formato tradicional de las páginas de Internet, o a través de “myspace” y los tan populares “blogs”, es sorprendente; para confirmarlo sólo basta leer una lista de algunos de ellos:
Abdiel Echevarría, Alberto Martínez-Márquez, Ana María Fuster, Angel Matos, Ángel Pont, Edgar Ramírez, Jalmar Flax, Malva Marina, Mara Pastor, Maribel Ortiz, Nicole Cecilia Delgado, Norka Pérez, Xavier Valcárcel, Yolanda Arroyo...

A estas páginas se le suman una gran cantidad de proyectos literarios colectivos como: Boricuas Bestiales, Derivas, El pozo de tales, Escritores puertorriqueños en el exterior, Frecuencia literaria, Revista Púrpura, entre otros no menos importantes.
Me parece que esta breve y simple reseña es suficiente para mostrar la importancia que ha pasado a tener el medio cibernético para la literatura puertorriqueña.

Preocupaciones genuinas
Lo primero que pensé hace un año cuando noté lo que estaba sucediendo en la Internet fue: perfecto, ahora la literatura puertorriqueña no sólo cuenta con algunos espacios de publicación alterna, sino con una cantidad ilimitada de recursos en las manos de mucha gente y no de unos pocos.

Sin embargo, no me tomó mucho tiempo para darme cuenta de que la cada vez más alta cantidad de proyectos cibernéticos personales puede ser más preocupante que satisfactoria. Y es que más allá de las aparentes ventajas que nos ofrece esta tecnología, también podría ser capaz de provocar una peligrosa serie de consecuencias nocivas no-(necesariamente)-intencionadas, muy parecidas, por ejemplo, a las que ya hace un tiempo hemos notado que ha provocado el automóvil. No sería descalabrado entonces hablar de cómo el ciberespacio tiene la capacidad de, por un lado, abrir una infinita esfera virtual de posibilidades, y por otro de limitar las posibilidades dentro del mundo que usualmente llamamos “real” o presencial, que ha sido por tanto tiempo el escenario de todo lo que consideramos cultural y socialmente relevante. Estoy pensando específicamente en la disminución paulatina de las actividades que hace un tiempo eran tan comunes, como las tertulias, las lecturas literarias, los llamados micrófonos abiertos, y las noches de poesía; en el cada vez más marcado individualismo que tanto amenaza el sentido de la comunidad presencial; y por otro lado, en la emulación del ambiente, las conversaciones y el comportamiento que se dan en los llamados “blogs” en algunas de las actividades que aún se celebran, actitud que la mayor parte de las veces pretende privilegiar a los miembros de una comunidad cibernética, mientras que margina a todos los demás.
Si bien es cierto que igualmente otros factores externos al medio cibernético pueden estar provocando todo esto, también es cierto que tecnologías tan arraigadas a nuestra cultura como los teléfonos móviles, los sistemas de red inalámbrica, los automóviles, la televisión, los juegos de vídeo, y muchas de las actividades relacionadas con la Internet, están jugando un papel cada vez más protagónico en la fragmentación de la familia y la comunidad, en la pérdida de espacios públicos dignos de visitar, en la merma acelerada del sentido de la democracia, en el aumento del control social a través de los medios de seguridad, y en tantas otras esferas de nuestra sociedad.

Por esta razón, pienso que es necesario que dejemos de sentarnos a aplaudir a ciegas lo que meramente aparentan ser milagros tecnológicos que llegan a nuestras manos como caídos de un tiempo futuro suprainteligente que identificamos como el sustento irrefutable del progreso, para entonces pasar a sentarnos cada vez más en foros destinados a decidir mediante discusiones críticas si realmente las tecnologías que se nos presentan (y eso de que se “nos presentan” también debemos repensarlo porque puede que sea realmente cierto tipo de imposición) son tan beneficiosas como aparentan ser, o si necesitamos reestructurarlas, o finalmente descartarlas para darles paso a otras tecnologías que realmente sean afines con el tipo de progreso social, cultural, y en definitiva, vital, que queremos lograr.

No sería justo que termine este ensayo sin agradecerles públicamente a tan buenos amigos como Héctor Huyke, José Atiles, Christian Rodríguez y Ángel Matos por las valiosas conversaciones que hemos tenido sobre este tema y otros parecidos.

El autor es profesor en la UPR en Mayagüez
Este ensayo es una adaptación de una ponencia pronunciada en el foro La literatura en los medios de comunicación, en la Universidad de Puerto Rico en Mayaüez.



http://www.claridadpuertorico.com/articulo.php?id=6348

No hay comentarios.: