Diario—preludios improvisados para una despedida 7
Cuando los buitres devoran nuestros derechos, en cuerpo de mujer
Dije que no podía escribir más ficción, que el mundo, mi isla, mis manos, mi alma, duelen demasiado… Escribo en este “diario” lo que me jode, duele, preocupa, de forma automática, sin corregir ni darle una estructura literaria. Aunque comienzo esta reflexión social de hoy con un microtexto que publiqué en mi libro [Cuestión de género], Carnaval de sangre 2, para iniciar con un tema que molesta incomoda. El aborto, el abuso de menores, la violencia de género, entre otros.
«La abolición del derecho de una mujer al aborto, cuando y si lo quiere, equivale a la maternidad obligatoria: una forma de violación por parte del Estado». Edward Abbey
“A los 17 años, mientras hacía ejercicio, dos encapuchados me violaron. Creí morir durante esa pesadilla; rematada cuando a las dos semanas la “prueba” dio positivo. Intenté suicidarme ingiriendo medicamentos, que luego vomité. En clase, una maestra condenaba el aborto como pecado de asesinato; sobre cómo muchas mujeres provocan los ataques. Mi compañera Laura me ayudó a conseguir unas pastillas. Tuve una hemorragia, afortunadamente duró poco y me bajó la regla. Me gradué con honores de esa escuela a la que nunca regresé. Cuando quedé embarazada por segunda vez, con mi novio, decidimos que siendo universitarios no era el momento. Aborté. A la salida de la clínica me dieron un folleto con fetos desmembrados y los traumas mentales posteriores en la mujer. Nunca me traumaticé. Pero Laura había muerto en Nicaragua, donde era profesora, a causa de un aborto clandestino.” Ciclos 3, Cuestión de género Carnaval de sangre 2
Este es un microrrelato que parte de la autoficción, pero bien tengo historias que he presenciado, me han relatado, he leído… Demasiadas. Y cada vez será peor.
Cuando publiqué ese libro de microrrelatos, después de leerlo, una estudiante de Trabajo Social, en una universidad puertorriqueña, me comentó sobre una jovencita de 16 años en el Hogar de Niñas de Cupey, tenía dos hijos. Había sido constantemente abusada por un padrastro, y su madre por miedo o complicidad ni la ayudó ni apoyó. En un intento de suicidio en la escuela, finalmente una maestra llamó a la trabajadora social. No había sido un intento de suicidio, sino ingerido unas hiervas y medicamentos que le había dado “alguien” para que pudiese abortar. La estudiante de Trabajo social, que estaba de asistente, me relató entre lágrimas que la adolescente le gritaba que se lo sacaran, que se quería morir.
Todo se pudo solucionar de varias maneras. Educación con perspectiva de género –no es la única—pero sí es una de ellas. No es tan sencillo, pero sí es una muy importante.
Sin embargo, en nuestra isla el gobierno lo ha prohibido alegando que es una “ideología” de género. Y en la mal llamada Gran Nación se aún peor, en especial desde que ganó de nuevo el infame señor imperialista ultraderechista, xenófobo, homófobo, misógino. Un presidente que está ordenando cerrar el Departamento de Educación Federal. Un pueblo ignorante es más fácil de manipular. Cuantas menos herramientas intelectuales, de conocimientos hasta de los propios derechos civiles, seremos más manipulados, sometidos ninguneados. Así nos vamos construyendo todo el universo en nuestros cajones o sarcófagos personales. Sin mirar más allá, condenando a los que salen a luchar por nuestros derechos civiles y no a quienes nos los arrebatan. Estos últimos son los buitres que se alimentan de nuestros principios, de nuestro futuro, de nuestros sueños.
Vuelvo a esa niña abusada que me relató la estudiante de Trabajo Social (profesión, por cierto muy mal remunerada). La chica está bien cuidada y estudiando en el Hogar de Niñas, pero ¿cuáles serán sus secuelas?. Sus “hijos/hermanitos” viven como “huérfanos” en hogares sustitutos... Su padrastro no ha sido arrestado, solo se mudó con la madre de su hija-víctima a Orlando. La niña le tenía miedo a ambos, no dijo nada más que aguantar insultos y mantener como podía a sus hijos-hermanitos. El hombre decía que la niña (que tuvo el primer bebé a los 13 y el segundo a los 15 años) era una putita y se acostaba con nenes del barrio. Su mamá apoyaba lo que dijera su marido, pero de seguro intuía, sabía… Incluso, la pegaba, para que su marido no la abandonara. “Una mujer de bien y cristiana apoya a su hombre” Y ambos declaraban que abortar es un pecado… O como dijo aquel legislador popular, la mujer que aborta es una asesina.
Sobre esto, también tengo un microcuento, que es de ficción, pero el tema base de la violencia de género y el tabú del aborto están plasmados. Pertenece a mi libro de microrrelatos Habitantes del silencio (escrito entre 2021-2022, pero que finalmente se publica ahora en marzo de 2025 por la editorial independiente Pulpo),
Diario de primavera [Querida Vera]
“Querida Vera, moriré hoy”.
Lo conocí de preadolescente; él tenía 24 años, era mi maestro de inglés. Quedé embarazada rápido. No me permitió abortar, sermoneando que eso me convertiría en asesina, quedando obligada a convivir con él. Mis padres, por la vergüenza, aceptaron. Hoy cumpliré 18 años, cuatro juntos.
Recuerdo cuando encontró mi diario. Me golpeó: ¡¿Quién es Vera?! Repetí que no lo leyera. Soy escritora, es ficción, un personaje. “Escritora o putita”. Me rompió tres costillas. No fue la primera, tampoco la última vez. Seguramente ahora me matará. Escribí que lo dejaría, que quiero estudiar, crecer, independizarme con nuestra hija.
“Vera. Solo tú me entiendes”. Solas, escribir, tú...
“Amiga Vera, seguramente él lo leerá. Quizá me mate, pero no podrá liberarse del eco de mi desprecio”. Llegó, y me pateó. “Déjame”, grité. La nena lloraba, pero me apretó fuerte el cuello. Ahora medita pegarse un tiro. No es arrepentimiento por estrangularme, sino miedo de dar explicaciones, enfrentar a mi madre, nuestra hija, la justicia. Dirá que no es violento, que yo lo provoqué.
Débil, me arrastro. Alcanzo mi celular y te llamo: “Vera, casi muero anoche. Quiso estrangularme. Fingí morir. Ven, recógenos a la nena y a mí”.—Ana María Fuster Lavín, Habitantes del silencio.
Tenemos el derecho a decidir, querer o no querer ser madre, o cuándo serlo. No hay que dar explicaciones. Seas víctima de violencia, de manipulación o engaño, o simplemente por accidente. Nosotras decidimos. Así tiene que ser. Una buena educación sexual desde la niñez, desde la preadolescencia, es sumamente necesaria. Sin embargo, gríngolas políticas, sociales, religiosas, entorpecen las escuelas y el desarrollo humano. En Puerto Rico, bajo un lema simplón, de “a mis hijos los educo yo”… Así de jodidos estamos.
Estos también son algunos de los que educan a sus hijos e hijastros (y otros muy espantosos, verdadero horror real, que no voy a reproducir en este diario):
Para muestra, un botón.
Pero las mujeres que abortamos o hemos abortado, somos unas asesinas, inmorales, blablablá, por ejercer nuestro derecho a decidir, a protegernos.
Entonces uno de los primeros proyectos de ley de este año, aprobado por descargue (es decir, sin discutir en el pleno del senado o de la cámara) es el Proyecto del Senado 495, que establece la «Ley para establecer el protocolo de manejo de casos de abortos en menores de quince años o menos en Puerto Rico». El proyecto contó con 19 voto a favor y seis en contra. Véase https://www.elnuevodia.com/noticias/legislatura/notas/senado-aprueba-proyecto-que-requiere-consentimiento-de-padres-o-tutores-para-realizar-abortos-a-menores-de-15-anos/
Y la Senadora Fundamentalista Inquisitorial, que presentó el proyecto que muy pronto será ley, insiste en que no hay violencia de género, sino solo violencia, no cree en la perspectiva de género porque la tilda de ideologías…. Demasiados moralismos selectivos y acomodaticios marca ACME (marca genérica de caricaturas antiguas como el Correcaminos).
El porcentaje de mujeres menores y adultas, incluso ancianas, que son abusadas, es inaudito. La violencia física, sexual, sicológica por parte de parejas, padres, familiares, etc. Y la violencia contra la mujer es en todas las estratas económicas, sociales, profesionales, aunque para la susodicha Senadora y muches como ella, solo es violencia. No ve la necesidad de identificarla como machista, de género… Vean este ejemplo real de todo un ex “honorable” juez… y este es solo su In re, para desaforarlo como juez y abogado, al ilustre HOMBRE legalmente no le pasó nada e incluso acusó de persecuciones… : In re: Hon. Reinaldo Santiago Concepción, 188 DPR.
https://dts.poderjudicial.pr/ts/2013/2013tspr93.pdf
Una joyita machista…. pero que fue adjetivado como todo un ejemplo para la sociedad (claro, patriarcal)
El volver la vista, el no querer educar, el poner trabajas a las mujeres, es violencia institucional. Y NO podemos ser cómplices. NO podemos ser verdugos. Permanecer en silencio es ser parte del problema.
Duele demasiado, nuestra isla, la supuesta gran nación y muchos países van hacia unos radicalismos conservadores ultraderechones muy peligrosos para los derechos civiles, entre otros aspectos contra los pobres, contra los que somos clase baja trabajadora, para las mujeres, para la comunidad lgbttq+, para los “inmigrantes”, contra todos que no somos como ellos, como quienes gobiernan, como quienes se han empoderado desde sus plataformas supremacistas política, social y religiosamente.
Embucharnos o emputarnos no es suficiente… ¿Saldremos de la caverna? O morimos entre las sombras fatuas, espejismos y fantasmas de nuestro destino. Son demasiados flancos de ataque en la gran nación y en esta colonia isleña. Escojamos nuestras causas y salgamos a la superficie. Estamos a tiempo de desaprender infortunios sociales y adoctrinamientos del pasado y aprender libres con empatía para construir un futuro mejor con igualdad de derechos humanos (incluidos el derecho al aborto). Manos y voces a la obra.
El libro de microcuentos donde está Ciclos 3 lo consigues en:
o escribiendo a fusterlavin@gmail.com
Ana María Fuster Lavín
[Cuestión de género] Carnaval de sangre 2
2da edición, Ed. EDP University 2019/2024
Habitantes del silencio, muy pronto en preventa bajo Editorial Pulpo.
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