jueves, julio 24, 2008

Alexei Tellerías: crónicas dominicanas sobre Puerto Rico

De cómo el amor me llevó hasta Puerto Rico
por Alexei Tellerías
“Phoenix”
escritor y periodista dominicano

http://www.catarsisdiaria.wordpress.com

--------------------------------------------------------------------------------

Corría el año de 1989. Era 12 de octubre, día del descubrimiento de América, o al menos así nos lo habían manifestado. La profesora de 4to. B del Colegio Calasanz de Santo Domingo, para conmemorarlo, ha tenido la ocurrencia de que llevemos al colegio una bandera pintada por cada uno de nosotros de cada uno de los países del continente. Por cosas del destino, me tocó, junto a otro compañero, a Puerto Rico, la isla distante y lejana para muchos. A donde sólo llegaban dos o tres en avión y el resto en yola (o al menos así la veían mis ojos de niño).

Rafael Hernández Colón era el Gobernador para esos tiempos. Lo recuerdo, porque tuve que ponerlo en la bandera (que, para variar, olvidé hacerla en casa y tuve que hacerla en una hoja 8½ x 11 de papel bond que me regalaron, y con unas crayolas prestadas). Así se inició mi relación a largo plazo con Puerto Rico. Tenía unos 8 años para aquellos gloriosos días. ¡Qué lejos estaba yo de saber todo lo que vendría!

Para quinto curso, fue que se había armado aquel referéndum sobre el idioma español. La profesora nos lo relató largo y tendido... bueno, no exactamente largo y tendido, sino que simplemente nos lo contó. Yo, en mi eterna defensa del español de aquellos días, comencé a interesarme por el tema. Aún vienen a mi memora unas fotografías de una manifestación con monoestrelladas y una pancarta enorme al frente que rezaba "nuestro idioma es el español". Y eso sucede porque en ese eterno "si yo pudiera..." me imaginé si acá en mi media isla de los amores se pudiese realizar una manifestación pública solamente con banderas dominicanas. Nada de partidos ni eso, sino simplemente del país. Claro, por el asunto del idioma no iba a ser, porque acá nunca hemos tenido ese problema (lo hubiésemos tenido a no ser por Luperón, pero ya esa es otra historia).

Ideas un poco extrañas para un menor de 10 años, ¿no? Años después, vino uno de aquellos referéndum sobre el status quo. Tal vez por el hecho de la formación política de mis padres o por el exceso de clases de historia dominicana, yo me identifiqué plenamente con los independentistas (y eso, que me habían dicho desde el principio que eran minoría).

Entre clases, juego y jodedera, llegó el 1995, año en que se realizó en la universidad donde mis padres eran profesores (Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD- donde ahora termino, o trato de terminar, mis estudios) el X Congreso Latinoamericano de Estudiantes (CLAE), donde conocí varias agrupaciones, entre ellas la Federación Universitaria Pro-Independencia (FUPI).

Recuerdo que me regalaron un botón dorado que decía "Viva Puerto Rico Libre", y que hablamos largo y tendido sobre muchos temas (yo debía tener unos 14 años, para el momento y, siendo estudiante secundario, fui el más joven de los participantes en el congreso, en calidad de "invitado" de la Federación de Estudiantes Dominicanos –FED-).

Pero mi vinculación con Puerto Rico apenas empezaba. De hecho, murió en el momento que el CLAE finalizó, hasta varios años después, cuando las manos misteriosas del destino volvieron a meterse en el sancocho que es y ha sido mi vida.

En 1996 llega Internet a República Dominicana. Yo fui uno de los afortunados que tuvo el chance de aprender a navegar, gracias a una clave que le pirateamos no recuerdo a quién. Con la llegada de la red, también llegó un nuevo hobbie para muchos: el chat. En lo que a mí respecta, a diferencia de muchos de mis amigos que se divertían en IRC, mi vida chateadora dio inicio en Microsoft Chat, un programa que me encantaba, que fue el primer paso hacia lo que ahora son los avatars (¿Alguien se acuerda? Creabas un personaje y le podías modificar sus emociones, mientras interactuabas en forma de comics con los demás. A mí me encantaba pizza head, o algo así).

Meses después aparece Yahoo Chat. Y aquí es cuando Puerto Rico vuelve a inmiscuirse. No existían muchos canales en español, es más, sólo había uno. Y a ese fue que entré. Una vez ahí dentro, fue lo clásico. Lo de mentir sobre la edad (siempre he dicho que soy un año mayor, o por lo menos lo digo la primera mitad del año hasta que los cumplo) y de preguntar de dónde eran todos. Y ahí conocí una muchacha puertorriqueña que me simpatizó. Seguimos hablando. Teníamos la misma edad (ja!) y simpatizábamos. Luego vino el intercambio de emails.

Y a través de ahí siguió la comunicación. Yo entraba poco a los chatrooms porque desde la universidad no se podía (ya para este momento yo me encontraba recién ingresado). Luego llegó Georges con sus manos de viento y agua, y, cosas de ya saben quien, nos unió a la isla y a la media isla en damnificados del mar Caribe (más de este lado que de aquél, pero esa es otra historia). Es cuando yo decido jugar al más solidario y la llamo para verificar si todo estaba bien con ella (de hecho, lo estaba). Es ahí cuando ella me dice "oye, tengo una página con mis fotos. Si quieres puedes ir a verla".

(Paréntesis necesario. Cuando yo entré aquel día que nos conocimos, ella estaba hablando con un amigo mexicano, que luego se convirtió en su cibernovio. Las fotos que ella me estaba invitando a ver eran de los dos, cuando él fue a visitarla, junto a algunas suyas en solitario)

Lo que vino después fue el primer caso de mi historia de obsesión amorosa platónica, como he convenido en llamar a lo que me pasó. Y claro, como todo pendejo al fin, me lo tragué todo y no le dije nada. El novio medio sospechó, pero yo me encargué de decirle que no de una forma que lo tranquilicé (les dije que era pendejo, ¿verdad?). Y acá vuelve el tema del status a imponerse. Sila era alcaldesa de San Juan y Roselló estaba en su segundo período como Gobernador, cuando tuvo la idea de aquél referéndum donde la opción 4 ganó de calle. Yo había aprovechado la oportunidad para preguntarle si ella había votado, me dijo que sí, y que por la 4. Okay, por lo menos era estadolibrista la muchacha (yo todavía no sabía tanto de política puertorriqueña). Ya para diciembre, los amores habían terminado, lo cual me iba a servir para atacar. Pero volví a meter la pata... ella no me habló durante meses. Miro en retrospectiva ese recuerdo con felicidad, y me sigo preguntando dónde estará ella en este momento. Lo único que sé es que estaba en la Inter. Ya debe de haberse graduado.

A todo esto, he olvidado mencionar que en esos mismos meses yo "conocí" dos autoras puertorriqueñas que me han atado de por vida: Julia de Burgos y Ana Lydia Vega. Otra "coincidencia", en este caso, resultado de haber ingresado al círculo literario del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) el trimestre cuando la coordinadora decidió dedicárselo a la literatura puertorriqueña.

Puerto Rico no volvió a importarme más hasta el caso de David Sanes en Vieques. Mis amigos de los grupos estudiantiles de izquierda comenzaron a manifestarse dentro de la universidad a favor de la salida de la Marina, e invitaron a varios dirigentes de la FUPI. Y otra vez, Puerto Rico volvía a primera plana de mi lista de temas que se dominan para una eventual conversación sobre todo y nada al mismo tiempo.

En aquellos días llegó el teatro de la UPR Recinto Mayagüez con un montaje (que yo por supuesto fui a ver) y un conversatorio (donde me hice amigo de varios de los actores, dado que teníamos en común el hacer teatro universitario). Luego llegaron las elecciones donde ganó Sila de aquel lado (y el calvo de este otro), aunque mis simpatías iban hacia Rubén (uno siempre tiene simpatías). Me volví a obsesionar con el tema y, mirando en retrospectiva, yo pienso que eso tiene que ver con el hecho de que todavía extrañaba aquella muchacha (de hecho, aún tengo una foto suya que imprimí a media resolución en un portarretratos de mi habitación).

Posterior a toda la vaina de la toma de posesión de Sila y de una serie de temas que se manejaban en ambos lados (sobre todo referentes a la lucha en favor de la isla nena), alguien me habla de Fiel a la Vega y Puya. Ahora la música es quien marca la pauta en mis conocimientos de "puertorriqueñidad". Y ya que de música estamos hablando, la culpable de que yo hoy esté escribiendo sobre "de cómo el amor me llevó hasta Puerto Rico" en una página de inspiración puertorriqueña, fue una muchacha puertorriqueña que conocí en el foro de una página dedicada al rock dominicano.

Como me di cuenta de su nacionalidad, pues busqué hacerme amigo de ella (volvemos a lo de la obsesión con la isla motivada por una previa obsesión con una habitante de la misma). Ella sabía que me gustaba escribir, y me habló de preurbano (y de otras páginas que no vale la pena mencionar).

Y es así como, al cabo de varios meses molestando en el foro de preurbano.com, paso a ser el primer colaborador no-puertorriqueño de la página, abriéndole las puertas a muchos otros que me han sucedido. En preurbano he comprendido muchas cosas, siendo la más importante que, a pesar de que nos separa un canal, somos demasiado parecidos, aunque no nos demos cuenta, por nuestro grave insularismo (tanto en la media isla como en la isla entera). A veces las cosas pasan allá y acá en partida doble, y me hace afirmarme más en la tesis del "separated at birth". ¿No habrá sido que cuando Dios, después de la creación del mundo, se secó los residuos de materia de las manos, los pegotes evolucionaron en forma de las Antillas Mayores?

El destino, suelen decir, es una cosa bien complicada. Es algo que he podido darme cuenta mientras escribo estas líneas, que han evolucionado en toda una historia de mi pasado reciente. Es increíble el cómo una isla se ha convertido en parte de mi vida, de mis sueños y pesadillas, y de mis pensamientos. Y todo esto sin haberla visitado todavía, a pesar de los múltiples intentos (incluyendo una gira del equipo de fútbol de mi colegio que al final fracasó).

Pero yo iré. Y cuando vaya, no me será tan extraño el panorama. Puedo sentirlo. Y me sentaré en cualquier banca del Viejo San Juan a escuchar historias y contarlas, como si estuviera en la Zona Colonial. Me iré a la UPR y miraré la torre como si la conociese de toda la vida. Caminaré y me perderé por las calles como si no fuera conmigo. Como si el Caribe fuese una república completa. Como si Hostos hubiese reencarnado en mí.


©, 2004. phoenix, para [preurbano].com
phoenix (at) preurbano (dot) com




"colaboración publicada originalmente en el desaparecido portal preurbano.com"

2 comentarios:

Siluz dijo...

Linda historia. Me encantó la imagen de Dios sacudiendo sus manos y formando las islas. Somos el pueblo antillano guiados por un pensamiento hostosiano. Este pájaro tiene más de dos alas.

Alexei Tellerias dijo...

Leerlo ha provocado que recuerde todas las emociones de los días cuando lo escribí, y toda esa vivencia de mi relación con PR que aún no termina. Gracias, AnaMa, por interesarte en reproducirlo y por compartirlo con todos tus lectores, y gracias Siluz por detenerte en ese detalle que a mí también me encanta.
Un abrazo tan grande que nos abarque a todos los antillanos.